LAS LUCHAS SINDICALES EN EL VALLE CHICAMA EN EL SIGLO XXI
Por: Percy J. Paredes Villarreal
Aproximadamente hace un siglo, en el valle Chicama se vivió
una época de convulsión social, producto de las luchas reivindicativas
promovidas por los trabajadores de la hacienda Casagrande y Roma, cuyos dueños
eran las Familias Gildemeisters y Larco Herrera, respectivamente; que se
oponían a un aumento salarial.
Esta lucha laboral a inicios del siglo XX, se encuentra plasmada en el célebre libro “Las
luchas sindicales en el valle Chicama”, cuyo autor fue Joaquín Díaz Ahumada, uno de los impulsores y
protagonista de esa lucha; quien después de mucho tiempo sistematiza y describe
en forma detallada estas jornadas de protestas en que los trabajadores de estas
haciendas, asumieron el compromiso de
luchar por aumentos salarias contra la patronal.
En ese libro el autor, describe la organización de los
trabajadores, su exigencia laboral ante el hacendado por la jornada de ocho
horas, aumento salarial, mejores condiciones de vida, etc.; así como también, el autor describe, la represalia que recibieron por parte de los
hacendados, y las represalias a través
de los policías. De esa manera, podemos
notar las reivindicaciones que se pedía en aquel tiempo y que con el transcurrir
del tiempo se convirtieron en derechos laborales y sociales, producto de estas jornadas
de protestas.
Posterior a esas jornadas de protesta, el sindicalismo en el
valle Chicama, se convirtió en algo pasivo sin reivindicaciones; por lo que,
durante los años de 1956 nuevamente Casagrande se vio convulsionado por el
asesinato de 8 dirigentes sindicales por parte de la policía. A ese lugar donde
se asesinaron a estos dirigentes se le denomino “8 de Setiembre”, que ahora
lleva el nombre dicha urbanización.
Luego a esta jornada de protesta, las luchas sindicales no
tuvieron la connotación como las anteriores, desapareciendo de Casa Grande y de
las otras ex Haciendas existentes en este Valle Chicama. Inclusive durante la
etapa del cooperativismo, tanto los trabajadores, como su respectivo sindicato
no se encontraban interesado en apoyar algunas jornadas de protestas tanto
local como nacional; por el contrario no participaban en nada. Mientras que en
otras empresas como Cartavio, y en el norte del país, se levantaban jornadas de
protestas, en Casa Grande la vida era igual.
Seguidamente, Casagrande durante la etapa del cooperativismo
estuvo en manos del aprismo tanto el Consejo de Administración y de Vigilancia,
como en el sindicato; donde su actuación fue muy pernicioso, sin ningún interés
de luchar por mejoras en el precio del azúcar por ejemplo. Del mismo modo, este
complejo agroindustrial se convirtió en “caja chica” del partido aprista, en el
cual salía grandes sumas de dinero para financiar las campañas electorales y
también financiar los “golpes de estado en otras cooperativas” que estaban bajo
el control de agrupaciones laborales contrarios a ellos.
La década de los 90 del siglo pasado fue nefasta para el
cooperativismo, ya que Fujimori decide emprender una lucha tenaz contra el
cooperativismo y todo lo relacionado al asociativismo; por lo que, emite
decretos supremos con la finalidad de despojar a los trabajadores de su
empresa. Lográndolo en el corto tiempo.
Durante el gobierno de Alejandro Toledo, las acciones
correspondientes al Estado producto de las deudas contraídas por la empresa
cooperativa, son vendidas en forma irregular implicando la adquisición de la
empresa; recayendo en nuevos dueños que se encargan de administrar y conducir estos
Ingenios del valle Chicama; generando una serie de abusos contra los
trabajadores.
A raíz de estas acciones nefastas por el gobierno y el
Estado, actualmente podemos hablar de un nuevo latifundismo en el Valle
Chicama, donde el control está en manos del Grupo Gloria, quién en la
actualidad tiene bajo su dominio los dos grandes Ingenios azucareros en esta
Provincia, como lo son Cartavio y Casa Grande.
Frente a estos cambios de modelos empresariales y el control
de la empresa; el conflicto entre el Sindicato y la patronal, se ha visto
mermado en estos últimos cinco años. Donde el primero, ha buscado posesionarse
como el representante e interlocutor entre los trabajadores y la empresa;
mientras que el segundo en todo momento ha tratado de desconocerlo buscando su
desintegración. En todo momento la patronal ha buscado amedrentar a sus
dirigentes, sancionándolo, suspendiéndolo por algún motivo o pretexto; los
dueños y funcionarios de la empresa, vienen buscando cualquier motivo, causa o
razón injustificada, etc.; para separarlos. Todas estas acciones contra los
dirigentes y trabajadores, ha permitido fortalecerlos y emprender una lucha
frontal contra la explotación, el despido de trabajadores, por aumento salarial
y reconocimiento de sus beneficios que han sido conculcados por anteriores
dirigentes.
Las jornadas de lucha de los trabajadores de Casagrande,
particularmente, se inicia en el año 2014, cuando ellos liderados por su
sindicato, deciden irse a un paro con la finalidad de aumentos de sueldos y algunos beneficios; en
aquella oportunidad reciben el apoyo y respaldo de sus agremiados como también
de la población, amas de casa, comerciantes, trabajadores independientes,
profesionales, jóvenes, etc.
Posteriormente a dicho paro que fue un éxito total; luego de
dos meses en que se enfría el descontento popular. El sindicato decide irse a
una huelga cuyo resultados no fueron favorables; por lo que, los trabajadores
en forma mayoritario acuerda no apoyar la huelga indefinida, por una serie de condiciones
objetivas y subjetivas de la clase trabajadora. Eso permitió arrinconar al
sindicato por parte de la patronal, desarticulándolo por completo.
Después de un proceso de reorganización nuevamente el
sindicato comienza a trabajar por un nuevo pliego de reclamo. Ya que debe realizarse cada dos años; donde este proceso de
concertación y discusión, dura muchos días, entre el sindicato y la patronal.
Ante la negación de la empresa en asignarles un aumento
salarial de acuerdo a lo que solicita el sindicato, los trabajadores deciden
irse a la huelga obteniendo el respaldo de la población en su conjunto; trabajadores,
amas de casa, estudiantes, jóvenes, adulto mayor, comerciante, etc., se unen
para de esa manera enfrentar al Grupo Gloria, que se ha convertido en los
explotadores, los nuevos patrones y hacendados; que en forma irregular les han
robado su empresa.
Se pensaba que la huelga iba a ser de corto tiempo; pero no
fue así, ha tenido una duración de más de dos meses; donde han podido encontrar
el apoyo incondicional de la población en su conjunto. Con la participación de
más del 75% de trabajadores en pie de lucha, con la presencia de la ama de casa
y otros actores locales, han podido enfrentar a los que tienen el control de la
empresa.
Los medios de comunicación regional y nacional, le restaron
importancia brindando muy poca información a esta protesta social; del mismo
modo, a nivel nacional algunos medios televisivos brindaban información
tergiversada. A pesar de ello, la población casagrandina no se rendía.
Uno de los elementos fundamentales que ha jugado en esta
huelga, han sido las redes sociales donde se podía ver y observar la actitud
inhumana con que actuaba la policía para desarticular las movilizaciones
masivas que se realizaban; así como también las jornadas de protestas con
que la población expresaba su desagrado.
Logrando la sensibilización y el apoyo de muchos casagrandinos que se encuentra
dentro del país como fuera; y que en todo momento hacían causa común.
La falta de manejo táctico y estratégico, así como las
contradicciones entre los propios dirigentes; además del tiempo de huelga, sin
tener resultados favorables; implicó en los trabajadores comenzar a levantar la
huelga para de esa manera retomar sus labores, sin conseguir nada.
Esta huelga ha sido una de las que ha permitido demostrar a
los grupos de poder, en el Valle Chicama, que existe un sindicalismo que está
comenzando a fortalecerse, a organizarse para poder luchar contra la
explotación del Grupo Gloria. Por lo que ya están advertidos, y los
trabajadores se encuentran con un nivel de conciencia para poder nuevamente
retomar las luchas sindicales en el valle Chicama en el nuevo siglo; tal como
lo hicieron sus antepasados hace un siglo.