jueves, 9 de mayo de 2019

REPENSANDO LA ANTROPOLOGÍA EN LA LIBERTAD


Por: Percy J. Paredes Villarreal

En estos últimos tres años, nos ha cogido de sorpresa los fallecimientos de Julio Cotler, Gonzalo Portocarrero y  José Mattos Mar; pensadores y científicos sociales, que marcaban el derrotero del país, mediante sus investigaciones y sus escritos que describían la realidad nacional. Actualmente, existen otros pensadores que son continuadores y seguidores de estos intelectuales de las ciencias sociales que continuarán con estos estudios sobre los problemas que tiene nuestra patria rumbo al Bicentenario.

En nuestra región una de las disciplinas más antiguas de las ciencias sociales es educación, Derecho, le sigue la Antropología y Arqueología, Economía, y en estos últimos treinta año se ubican Trabajo Social, Turismo, Historia, Psicología. Preferentemente, la que está más ligada a las Ciencias Sociales es la Antropología cuya esencia es el estudio del hombre y su relación con los espacios territoriales en los aspectos sociales, culturales, económicos, biológico, etc.

Desde los inicios de esta disciplina científica en la región, uno de sus máximos exponentes fue Humberto  Rodríguez Suy Suy con su teoría indianista en la Antropología aplicada a la realidad local, tomando como eje a la cultura Moche quien planteaba que había un proceso  expansionista a lo largo de la historia por todo el norte peruano. Uno de sus continuadores de esta teoría que nace en México, fue el Prof. José Elías Minaya, cuyos estudios realizado en los Valles de Chicama y Chao buscó articular el proceso de desarrollo de la cultura moche.

En estos últimos años el Prof. Elías Minaya, inicia una nueva experiencia de desarrollo de las ciencias sociales, asumiendo el enfoque de la Antropología Aplicada, tomando como característica la multidisciplinariedad de las profesiones, para de esa manera involucrar a diversos profesionales de las diferentes ramas del saber y del conocimiento en un distrito de la provincia de Otuzco, convirtiéndolo en un laboratorio y en un modelo de desarrollo territorial. Lamentablemente, el cese del docente universitario y la falta de compromiso e involucramiento de los docentes universitarios en este proyecto, no se pudo continuar con esta experiencia que hubiese permitido superar al modelo de antropología aplicada hace 50 años en VICUS.

La teoría indianista en la Región de la Libertad, se vio truncada y desplazada por el marxismo ortodoxo, dogmático y anti dialectico durante la década de los 70 y 80 del siglo pasado, ya que  estancó las ciencias sociales impidiendo el desarrollo o avance de ella. Sus máximos representantes del marxismo ortodoxo fueron: Orlando Velásquez, Weider Portocarrero, Carlos Borrego y Javier Miranda, pero que con el transcurrir del tiempo se fueron alejando de esta teoría para pasarse al posmodernismo y al tecnocratismo.

Posteriormente, el continuador de esta corriente fue Emilio Fernández, quién realizó un estudio muy interesante de la realidad regional desde el punto de vista dialectico, pero quedó en el pasado; este trabajo lo realizó a fines de la década de los 70 del siglo XX, además de relacionarlo con el desarrollo de la antropología como formación académica lamentablemente  no continuó su actualización.

Con la caída del Muro de Berlín, la teoría marxista en la antropología fue reemplazado por el tecnicismo, permitiendo su minimización y extinción dentro de las ciencias sociales a nivel regional. Motivo por el cual, las teorías y escuelas antropológicas fueron ninguneados para dar paso a una antropología subordinada a los enfoques y modelos operativos y tecnocráticos que el posmodernismo había implantado.

Del mismo modo, a inicios del presente siglo, comienza aparecer la antropología posmodernista, cuyos máximo representante es Orlando Velásquez, quién comienza a darle un contenido empírico a la antropología, reduciéndolo a lo que Clifford Geertz definía a esta corriente como el enfoque de meta relatos o describir la realidad o los problemas socioculturales a través de cuentos.

Esto implicó que la antropología en nuestra región nunca haya tenido un peso importante en la construcción y  decisiones de políticas públicas, en la economía, educación, etc.; mucho menos ha permitido construir una propuesta coherente de modelo de desarrollo para la región.

Desde el sector estudiantil universitario, durante la década de los noventa del siglo pasado, se inició un proceso de construcción de una alternativa mediante los Seminarios Regionales de Educación, y estudios concretos en Antropología, este último implico ir construyendo una propuesta relacionado a la teoría indigenista, tomando como referencia los estudios migratorios prefigurando un cambio social, cultural, político y económico, en la ciudad de Trujillo desplazando a la nobleza y la aristocracia trujillana, por el nuevo poder del hombre migrante que comenzó a posesionarse en la economía local y en la política, cuyos resultados se tiene actualmente.

Durante el presente siglo, en nuestra región no se cuenta con estudios serios ni tampoco investigaciones reales y objetivas, que permitan interpretar la realidad regional desde el punto de vista de las ciencias sociales, mucho menos desde la perspectiva de la Antropología que no tiene rumbo, ni derrotero hacia donde se está enrumbando.

Actualmente, encontramos problemas vinculados a  interculturalidad, migración, género, ruralidad, minería, medio ambiente, cambio climático, violencia contra la mujer, etc.; que en cierta manera no se cuenta con investigaciones serias, ni tampoco opiniones antropológicas que permitieran brindar una mirada de la realidad regional. Por el contrario son los alumnos los que realizan estos estudios con algunas  limitaciones, los que hacen una aproximación a los temas mencionados líneas arriba. Por lo tanto, se forman  buenos operadores y tramitadores.

Es hora de repensar las ciencias sociales caminos al Bicentenario de nuestro país; pero a la vez, realizar estudio concienzudo de la realidad regional; de esa manera tener una presencia importante dentro de este espacio.