REPENSANDO LA ANTROPOLOGÍA EN LA LIBERTAD
Por: Percy J. Paredes Villarreal
En estos últimos tres años, nos ha cogido de sorpresa los
fallecimientos de Julio Cotler, Gonzalo Portocarrero y José Mattos Mar; pensadores y científicos
sociales, que marcaban el derrotero del país, mediante sus investigaciones y
sus escritos que describían la realidad nacional. Actualmente, existen otros
pensadores que son continuadores y seguidores de estos intelectuales de las
ciencias sociales que continuarán con estos estudios sobre los problemas que
tiene nuestra patria rumbo al Bicentenario.
En nuestra región una de las disciplinas más antiguas de las
ciencias sociales es educación, Derecho, le sigue la Antropología y Arqueología,
Economía, y en estos últimos treinta año se ubican Trabajo Social, Turismo,
Historia, Psicología. Preferentemente, la que está más ligada a las Ciencias
Sociales es la Antropología cuya esencia es el estudio del hombre y su relación
con los espacios territoriales en los aspectos sociales, culturales,
económicos, biológico, etc.
Desde los inicios de esta disciplina científica en la región,
uno de sus máximos exponentes fue Humberto Rodríguez Suy Suy con su teoría indianista en
la Antropología aplicada a la realidad local, tomando como eje a la cultura Moche
quien planteaba que había un proceso expansionista a lo largo de la historia por
todo el norte peruano. Uno de sus continuadores de esta teoría que nace en
México, fue el Prof. José Elías Minaya, cuyos estudios realizado en los Valles
de Chicama y Chao buscó articular el proceso de desarrollo de la cultura moche.
En estos últimos años el Prof. Elías Minaya,
inicia una nueva experiencia de desarrollo de las ciencias sociales, asumiendo
el enfoque de la Antropología Aplicada, tomando como característica la
multidisciplinariedad de las profesiones, para de esa manera involucrar a
diversos profesionales de las diferentes ramas del saber y del conocimiento en
un distrito de la provincia de Otuzco, convirtiéndolo en un laboratorio y en un
modelo de desarrollo territorial. Lamentablemente, el cese del docente
universitario y la falta de compromiso e involucramiento de los docentes universitarios
en este proyecto, no se pudo continuar con esta experiencia que hubiese
permitido superar al modelo de antropología aplicada hace 50 años en VICUS.
La teoría indianista en la Región de la Libertad, se vio
truncada y desplazada por el marxismo ortodoxo, dogmático y anti dialectico durante
la década de los 70 y 80 del siglo pasado, ya que estancó las ciencias sociales impidiendo el
desarrollo o avance de ella. Sus máximos representantes del marxismo ortodoxo
fueron: Orlando Velásquez, Weider Portocarrero, Carlos Borrego y Javier
Miranda, pero que con el transcurrir del tiempo se fueron alejando de esta
teoría para pasarse al posmodernismo y al tecnocratismo.
Posteriormente, el continuador de esta corriente fue Emilio Fernández,
quién realizó un estudio muy interesante de la realidad regional desde el punto
de vista dialectico, pero quedó en el pasado; este trabajo lo realizó a fines
de la década de los 70 del siglo XX, además de relacionarlo con el desarrollo
de la antropología como formación académica lamentablemente no continuó su actualización.
Con la caída del Muro de Berlín, la teoría marxista en la
antropología fue reemplazado por el tecnicismo, permitiendo su minimización y
extinción dentro de las ciencias sociales a nivel regional. Motivo por el cual,
las teorías y escuelas antropológicas fueron ninguneados para dar paso a una
antropología subordinada a los enfoques y modelos operativos y tecnocráticos
que el posmodernismo había implantado.
Del mismo modo, a inicios del presente siglo, comienza
aparecer la antropología posmodernista, cuyos máximo representante es Orlando Velásquez,
quién comienza a darle un contenido empírico a la antropología, reduciéndolo a
lo que Clifford Geertz definía a esta corriente como el enfoque de meta relatos
o describir la realidad o los problemas socioculturales a través de cuentos.
Esto implicó que la antropología en nuestra región nunca haya
tenido un peso importante en la construcción y decisiones de políticas públicas, en la
economía, educación, etc.; mucho menos ha permitido construir una propuesta
coherente de modelo de desarrollo para la región.
Desde el sector estudiantil universitario, durante la década
de los noventa del siglo pasado, se inició un proceso de construcción de una
alternativa mediante los Seminarios Regionales de Educación, y estudios
concretos en Antropología, este último implico ir construyendo una propuesta relacionado
a la teoría indigenista, tomando como referencia los estudios migratorios
prefigurando un cambio social, cultural, político y económico, en la ciudad de
Trujillo desplazando a la nobleza y la aristocracia trujillana, por el nuevo
poder del hombre migrante que comenzó a posesionarse en la economía local y en
la política, cuyos resultados se tiene actualmente.
Durante el presente siglo, en nuestra región no se cuenta con
estudios serios ni tampoco investigaciones reales y objetivas, que permitan
interpretar la realidad regional desde el punto de vista de las ciencias
sociales, mucho menos desde la perspectiva de la Antropología que no tiene
rumbo, ni derrotero hacia donde se está enrumbando.
Actualmente, encontramos problemas vinculados a interculturalidad, migración, género,
ruralidad, minería, medio ambiente, cambio climático, violencia contra la
mujer, etc.; que en cierta manera no se cuenta con investigaciones serias, ni
tampoco opiniones antropológicas que permitieran brindar una mirada de la
realidad regional. Por el contrario son los alumnos los que realizan estos
estudios con algunas limitaciones, los
que hacen una aproximación a los temas mencionados líneas arriba. Por lo tanto,
se forman buenos operadores y
tramitadores.
Es hora de repensar las ciencias sociales caminos al
Bicentenario de nuestro país; pero a la vez, realizar estudio concienzudo de la
realidad regional; de esa manera tener una presencia importante dentro de este
espacio.