martes, 18 de octubre de 2016

MUJERES VIOLENTADAS

Por: Percy J. Paredes Villarreal

En estos últimos tiempos el tema de la violencia contra la mujer está comenzando a tomar mucho interés e importancia dentro del ámbito de la política, y en las ciencias sociales; en algunos casos se viene recopilando información o realizando investigaciones en diversos espacios y en diferentes escenarios.

Para la Antropología, el tema de violencia contra la mujer, está permitiendo recopilar una serie de información directa o indirecta, mediante la observación y/o las entrevistas dirigidos a los actores principales involucrados en estos hechos violentos; así como también, está permitiendo identificar los escenarios donde se realizan estos tipos de maltratos, y las características socioculturales de las personas que hacen uso de estos tipos de acciones violentas que van en desmedro de la mujer.

Es importante indicar que los antropólogos podemos recoger testimonios sobre los tipos de maltratos físicos, simbólicos, verbales, psicológicos, que recibe una mujer; para, posteriormente, hacer la interpretación respectiva de la modalidad de maltrato que recibe una mujer, de acuerdo a los tipos mencionados líneas arriba.

En estos últimos tiempos estoy recopilando información sobre los tipos de violencia contra la mujer; tomando como información el propio testimonio de algunas mujeres que bajo una conversación amena, ellas comienzan a describir la manera como han sido maltratadas; que en mucho de los casos ha formado parte de su vida, iniciándose desde la niñez hasta la adultez. En esta oportunidad voy a describir los testimonios de algunas de aquellas personas que describe como el maltrato que reciben ha venido formando parte de su vida.

“Desde muy pequeña, cuando tenía 12 años, mi padre llegaba a casa y todos los fines de semana nos llamaba para revisar nuestros cuadernos; y al contar con notas rojas o no estar al día en nuestros cuadernos, sacaba su correa y nos pegaba por cualquier parte del cuerpo. Siempre era así, nos pegaba permanentemente”.

Del mismo modo, la informante nos describía la relación de sus padres. “Mis padres siempre paraban discutiendo y peleaban, tal es así que mi padre en todo momento le pegaba a mi madre, por todo el cuerpo, haciéndole moretones y  desfigurándolo su cara y algunas partes de su cuerpo. En una oportunidad, mi padre le rompió el tabique a mi madre, mientras que nosotros mis hermanos y yo, siendo pequeños, veíamos como pegaba mi padre a mi madre”,  después me dijo lo siguiente: “Hubo momentos en que nosotros interveníamos para que mi padre no le siga pegando a mi madre, que lo tenía en el suelo pateando”.

Mientras que ella seguía describiendo esos hechos, su mirada comenzaba a entristecerse y de sus ojos, caían las lágrimas de lo que era su infancia.

Posteriormente, ella me comentó que se casó siendo muy joven, terminando la secundaria, tuvo sus hijos; el maltrato que recibió de su primer esposo era de carácter simbólico y psicológico; no recibió maltrato físico. Lo que, recibía en todo momento era insultos,  agresiones verbales, y eso en todo momento lo hacía sentir humillada,   él le llevaba muchos años de diferencia, era profesional. “En todo momento me discriminaba, me hacía sentir inferior, porque él era profesional y yo nunca lo fui. Siempre me amenazaba con votarme de la casa; él en todo momento me veía como una esclava; ya que, siempre quería que lo atienda en el hogar y en la intimidad, a pesar que en algunas ocasiones no tenía deseos ni ganas de intimidad, pero tenía que complacerlo por las buenas o por las malas; mi vida fue un desastre”.

Esa relación duro cerca de 20 años; ya que, no tenía alternativa porque sus hermanos y sus padres, lo habían abandonado y no querían saber nada de ella; se encontraba sola contra el mundo. Por lo que, en todo momento tenía que aguantar y soportar una serie de maltratos verbales, psicológicos y simbólicos. Del mismo modo, ella me comentaba que: “siempre tuve que soportar estos tipos de insultos y agresiones, debido a que mis hijos eran muy pequeños, y no quería que se encuentren desprotegidos, ni tampoco quería que me voten a mí y mis hijos a la calle. Así que tenía que soportar una serie de cosas por parte del padre de mis hijos”.

Frente a estos tipos de agresiones, en un determinado momento decide separarse de su primer esposo; conoce a quién fue su segunda pareja, pensando que con él las cosas iban a mejorar pero no fue así. Seguía recibiendo maltratos, pero esta vez eran de carácter físico. “Hubo un momento en que ya no podía soportar estos tipos de humillaciones, por lo que decidí dejarlo, conocí a otra persona, con quién comenzamos a salir; pero las cosas no me salieron bien, ya que, me fue peor; mi segunda pareja en todo momento me pegaba físicamente, era muy celoso, no quería que saliera a la calle, ni que conversará con nadie porque allí mismo, en donde estaba llegaba y me golpeaba, en delante de todas las personas que se encontraba en dicho lugar”.

“En muchas de las ocasiones, cuando me golpeaba me acordaba de como mi padre le pegaba a mi madre; este no me pegaba en la cara ni en los brazos, me pegaba por el cuerpo donde no se podía ver los moretones y golpes que recibía. Hubo una oportunidad en que me reventó el labio de un puñetazo; lo hizo delante de mis hijos, inclusive le pego a mi hija, lo cual me dio mucha cólera y coraje, de haberle pegado pero tenía que bajar la cabeza, y aguantar, porque no tenía donde ir, y no tenía nada para poder independizarme, de eso se aprovechaba mi segundo marido”.

Ella buscaba algún mecanismo o medio para zafarse de su segundo compromiso, hasta que tuvo la oportunidad de irse al extranjero; ya que, tenía su hermana quién le apoyo para que se fuera dónde estaba ella. No lo dudo, y allí mismo se fue. “Mi segunda pareja era mecánico, era muy tosco y agresivo, en todo momento me pegaba; por lo que, en un determinado momento hizo y préstamo al Banco y no podía pagarlo. Por lo que, le hable a mi hermana para que me apoye y ella, me envió para mi pasaje y allí mismo, en forma rápida sin pensarlo dos veces decidí viajar al extranjero; el pretexto era irme a trabajar para pagar la deuda contraída, pero en el fondo lo que buscaba era zafarme del desgraciado de mi ex pareja, porque mucho me maltrataba. A mis hijos mayores, le pedí a su padre, que lo tenga y que yo me comprometía a enviarle dinero para la manutención de ellos; a mi otra hija, de mi segundo compromiso, tuve que ir a casa de mis padres y pedirle perdón por mi comportamiento, les pedí que lo criaran y que yo me comprometía en mandarles mensualmente una pensión para la manutención de ella, que era muy pequeña. Por lo que, mi pequeña se crio con mis padres y los mayores con su padre”.

La libertad de estar sola en el exterior, lo llevó a disfrutar de su vida como mujer sola, donde los primeros años vivía dedicada al trabajo, a enviar dinero para la manutención de sus hijos; pero, conforme iba pasando el tiempo, comenzó a cambiar su actitud y comportamiento, salía a divertirse, con sus amigas, hasta que conoció a un migrante igual que ella, con quién comenzó a entablar una tercera relación, que fue muy corta; pero en todo momento, lo hizo para olvidarse de sus hijos, de su pasado, y comenzó a disfrutar de su vida como soltera, tragos, bailes, diversión, polladas, etc. Su preocupación ya no era estar pendiente de sus hijos, sino de ver la manera de enviar dinero al Perú, de esa forma se desentendía de sus hijos que comenzaban a crecer en su ausencia, sin su cariño, sin la ternura de una madre, sin la protección de ella ante cualquier tipo de problema que tenía uno de ellos en el colegio o en la casa o en la familia, porque en todo momento seguía disfrutando de su vida como mujer soltera en el exterior.

“Creo que mi viaje al extranjero me permitió conocer otra realidad, así como también alejarme de mis hijos y de las personas que en todo momento me maltrataban y me pegaban mucho. Mi gran error fue alejarme de mis hijos que en esos momentos comenzaban a crecer y me necesitaban; ahora es tarde para recuperar su cariño y afecto de ellos; me ven como cualquier persona o por cumplir me ven como una madre formalmente, que los traje a este mundo, pero no con ese cariño, ese afecto ni con la confianza que debe haber entre madre e hija. Cuando veo a mi hijo y me acerco a darles cariño, ellos se alejan de mí, y me hacen sentir como una extraña en su hogar. Ahora casi todos son casados y tienen su familia, pero no quisiera que ellos vivan lo que yo viví….” (Continuara…)


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