¿ES EL FIN DE LA CULTURA OCCIDENTAL?
Por: Percy J.
Paredes Villarreal
La Antropología como Ciencia
Social, se alimenta de tres disciplinas para entender e interpretar la realidad
o los problemas existentes en los diversos espacios; estas son: La
etnohistoria, la arqueología y la etnolingüística (enfoque de Ralp Beals).
Inicios del Capitalismo en América:
En cierta forma se podría decir
que el capitalismo, libre mercado, individualismo, y el predominio de lo
privado, en lo político y económico se desarrolló
en el occidente llegando a nuestro
continente hace más de 500 años, con Cristóbal
Colón. A partir de allí comenzó la conquista y expansión de este modelo en nuestro
continente sudamericano, que en todo momento se había desarrollado
independientemente bajo un modelo de desarrollo autóctono y colectivista.
La llegada de Pizarro
conjuntamente con la religión católica a nuestro país, se impuso el modelo de
desarrollo occidental en nuestro país; cambiando el orden social, cultural,
político y económico, en beneficio de la corona española, y sus descendientes.
Subordinando a los indígenas, chinos, negros, mulatos y mestizos al orden
predominante.
La presencia de los españoles en
el Perú, implico la imposición de un modelo de desarrollo, generando
desigualdades abismales, abusos, explotación, injusticias y enriquecimiento de
un pequeño grupo de personas; imponiendo por encima de las autoridades una
serie de vejámenes contra los indígenas y su cultura. Eso se vio reflejado en
las actividades productivas, dejándose de lado la agricultura para optar por la
minería, como se nos hace creer en estos últimos tiempos al decir que el Perú,
supuestamente, es un “País Minero”, cuando no es verdad.
La Independencia y continuación de
la modernización occidental:
La lucha por la independencia de los
países de América del Sur del yugo
español; mayormente fue un enfrentamiento entre los propios indígenas, mestizos
que se encontraban en ambos bandos. Mientras que los criollos miraban desde las
tribunas los conflictos entre próceres y precursores.
Algunos caudillos se enfrentaban
al Virreinato, otros los defendían; los que luchaban contra el yugo español,
era traicionados por sus propios grupos étnicos siendo capturados y sometidos a
fusilamiento o descuartizaciones como fueron Manco Inca, Túpac Amaru, José
Olaya, etc.
Además estos enfrentamientos hicieron
creer que las etnias y los grupos humanos perteneciente a los sectores
desposeídos que se enfrentaron a la colonia;
iban a obtener la libertad y una
vida de justicia, siendo todo lo contrario. Ya que los criollos nunca permitieron
su libertad ni el desarrollo comunitario; por el contrario se afianzó la
explotación del hombre por el hombre, el servilismo, la dominación y las
injusticias.
A lo largo de estos últimos 200
años de independencia política que hemos vivido, nos ha permitido ver que
la modernización, el crecimiento y el
desarrollo no han sido para mejorar la calidad de vida de los sectores
empobrecidos, que han sido menospreciados y discriminado.
Los diversos modelos de
desarrollo existente en nuestro país, no ha generado inclusión social, igualdad
de oportunidades, ventajas comparativas; por el contrario, lo que se venido
obteniendo es el distanciamiento de las brechas sociales, económicas y
políticas. Producto de estas desigualdades, a lo largo de esta etapa, se han
ido generando una serie de descontento y manifestaciones de protesta, llegando
a conflictos armados.
Tras la independencia de nuestro
país, los modelos de desarrollo basado en el sistema de hacienda, en el feudalismo y un pensamiento colonial fue lo que predomino
hasta la década de los 60 en que los militares liderados por Velasco, toman el
poder implementando un proceso de modernización y reestructuración del estado,
logrando fortalecer el capital financiero, la industrialización y la
participación comunitaria en algunas de ellas. Eso significó sacar de la etapa
del servilismo, la feudalidad de nuestra patria, para poder construir un país
moderno que en aquellos tiempos otros países sudamericanos nos habían
adelantado.
Este proceso de nacionalización y
modernización, se vio truncado a partir de la traición de sus propios colegas,
y el posterior retorno a la democracia, que buscaron desarticular todo lo
avanzado por el primer militar que aposto por el desarrollo interno y la
sustitución de importaciones.
La crisis económica del petróleo
a nivel mundial, la crisis de la deuda de los 80 trajo como pretexto la
creación del “Consenso de Washington”, para
implementar el libre mercado, reducir el Estado, privatizar las empresas
públicas y fortalecer el neoliberalismo. De esa manera, todos los países
tuvieron que adecuarse a las órdenes de los organismos financieros
internacionales (FMI, BM, BID).
Nuestro país llegó tarde a esa
adecuación; ya que, para ello tenían que imponer un régimen fuerte y
autoritario, si fuese dictatorial mejor; porque estas medidas tenían que ser
muy drástica, generando descontento y protesta, de esa manera impedir
retroceso.
Esto modelo de desarrollo
occidental fue impuesto mediante el gobierno de Fujimori que en un primer
momento se opuso; luego con el apoyo de los Organismos Financieros
Internacionales, los militares, los empresarios y la Iglesia Católica,
implementaron el modelo neoliberal, trayendo muchas consecuencias que hasta la
fecha sigue vigente, y que en estos momentos está tambaleando.
Pensadores coloniales y defensores de la cultura andina:
Durante esta etapa encontramos
algunas frases célebres de algunos representantes de la clase dominante como: Alejandro
Deustua quien decía que “los indígenas eran un obstáculos para la el desarrollo
del País, y que debemos desaparecerlos”,
del mismo modo podemos leer a Santos Chocanos con frases muy fuerte
contra los indígenas.
Mientras que por otro lado
encontramos a Manuel Gonzales Prada, posteriormente a José Carlos Mariátegui,
defensores del indigenismo y su cultura. Este último describe la realidad
nacional mediante sus “7 ensayos de Interpretación de la ….”, que nos describe
la situación del país y ameritaban un cambio radical de nuestro país
reafirmando la cultura andina y el indigenismo como centro del proceso de
cambio y desarrollo.
Después de Mariátegui,
aparecieron otros intelectuales que comenzaron a creer en la reivindicación de
la cultura andina; tales como lo escribieron Julio C. Tello, Luis E. Valcárcel,
Jorge Basadre, José María Arguedas, entre otros. Mientras que los pensadores
colonialista aparte de los mencionados líneas arriba, encontramos a Víctor
Andrés Belaúnde, Beltrán, y en estos último tiempos esta Mario Vargas Llosa.
Estos procesos de desarrollo fortalecieron
el pensamiento dependiente a través de la herencia tal como lo describió Julio
Cotler en su famoso libro “Clase, Estado y Nación en el Perú”, cuyo estudio
sigue vigente; ya que las contradicciones fundamentales expresado en la “República
Criolla” y la “República indígena”, han venido desarrollándose en favor de los
primeros como gobierno y control del Estado, mientras que los otros segundo han
sido los actores y protagonistas de las diversas luchas a lo largo de estos dos
siglos.
Del mismo modo, podemos mencionar
al pensamiento colonial y su imposición, con los estudios realizados por Aníbal
Quijano, quien sigue planteando que nuestro país sigue predominando un modelo
de desarrollo occidentalizado dejando en la pobreza a la cultura andina; de allí
comienza a nacer la “utopía andina”, “Buscando un Inca” y “el retorno del
“InKarri” esperanza que en un determinado momento retornemos al pasado bajo
características diferentes, donde los valores ancestrales, la economía y
tecnología andina, las relaciones sociales, y la política recojan la esencia de
nuestro pasado adecuándolo a nuestra realidad concreta.
Unos de los historiadores que ha
podido recuperar y recoger estas utopías al cual lo denomino “Utopía Andina”
fue el historiador peruano Alberto “Tito” Flores Galindo, el antropólogo
Rodrigo Montoya, quien lo define como: “La
Utopía Andina es la esperanza de volver a una sociedad justa como la del
imperio inca, el sueño con una sociedad sin hambre y sin dolores”[1].
Mientras que Flores Galindo lo describe como: “… La utopía andina es un conjunto de actitudes y comportamientos
sociales que buscan la restauración de la sociedad indígena derrotada y
conquistada por los españoles. Pero no solo actitudes y comportamientos;
también se expresa en libros, rituales, en la pintura, en la religión
sincrética, en la fiesta popular, viviendo de preferencia en la imaginación, en
el inconsciente colectivo de las poblaciones que soportaron la explotación
colonial. Así como las utopías del hombre medieval europeo surgieron como
esperanzas cristianas inspiradas en textos bíblicos, en los Andes la utopía
tendrá la particularidad de surgir como consecuencia de una original
interpretación de la historia indígena dentro de un contexto colonial”[2]
30 años de modernización occidental:
Durante la etapa de la guerra
interna[3]
que vivió nuestro país, en la década de los 80 y 90 del siglo pasado,
encontramos personalidades discriminadoras, particularmente militares, quienes
se ensañaron con los pueblos andinos. Uno de ellos fue el famoso “Gaucho”
Cisneros Vizcarra, quién manifestó que “para acabar con el terrorismo, se debe
aniquilar a toda una comunidad, no interesa si hubiera un solo terrorista,
porque los niños van a seguir los pasos de los grandes”, a partir de esta
orientación militar se desarrollaron matanzas y etnocidios, ensañándose con
algunas comunidades como lo fueron: Accomarca, Cayara, Chuschi, entre otros que
fueron desaparecidas. Del mismo modo hicieron lo mismo los grupos terroristas
de “Sendero Luminoso y el MRTA”, que también mataron a líderes y asesinaron a
muchas personas, tal como lo describe la Comisión de la Verdad y Reconciliación
(CVR) en su informe final.
La captura de los cabecillas de Sendero Luminoso y del MRTA, por parte del
GEIN (Grupo Especial de Inteligencia Nacional) liderado por el
General PNP Ketín Vidal; y la derrota de estos dos grupos de terroristas a
cargo de las Rondas Campesinas y
Autodefensa, permitió la tranquilidad del país. Además implico el
aprovechamiento del gobierno de Fujimori, para implementar un modelo de
desarrollo económico occidental, basado en: a) reducción del Estado, b) privatización de las empresas públicas, c) implementación de
la economía de mercado en nuestro país, d) incorporación al mundo occidental
globalizado, y e) desaparición de las empresas asociativas, colectivas y
comunidades campesinas para darles a los empresarios.
De esa manera la modernización
occidental, arrincono toda expresión andina en lo sociocultural, político,
económico y ambiental. El neoliberalismo desapareció muchos espacios ancestrales;
haciendo que estos sectores se adecuen a los cambios renunciando a las utopías
y mitos, logrando que muchos sectores comiencen a perder su identidad,
convirtiendo a la sociedad peruana en un solo Estado/Nación. Tal como lo
describe Mario Vargas Llosa en su famoso ensayo titulado “La Utopía Arcaica”,
donde cuestiona y critica la tradición andina, indicando que “El indigenismo es
fue una ficción ideológica, de corte pasadista y reaccionario –es decir colectivista,
mágico, irracionalidad, antimoderno y antiliberal-…”[4]
Del mismo modo lo hizo Alan García al catalogar a los indígenas como
“Ciudadanos de segunda categoría”, escribiendo
sus famosos artículos titulados “El Perro del Hortelano”[5],
discriminando a las culturas ancestrales.
En ese espacio considera que los
indígenas deben subordinarse y depender de las
empresas transnacionales que deben predominar en sus comunidades; reemplazando
las actividades mineras a las agrícolas. Incorporándose a la modernización
occidental, de esa manera ser considerados como ciudadanos en su propia patria.
El objetivo del representante de
los ricos, era acabar con la ecología y medio ambiente de los territorios
incursionándolos al mercado; cuyos dueños y propietarios de estos recursos
naturales deberían aceptar el desarrollo neoliberal, y dejar de oponerse a este proceso de modernización
occidental.
Se pensó que en estos últimos 30
años de predominio de la cultura y modernización occidental, cuya clase
política predominante ha reestructurado el Estado, ha occidentalizado la
cultura y la sociedad, donde los diversos gobiernos nacionales han tratado de
desaparecer patrones socioculturales ancestrales. Todo parecía que esto iba a
predominar, pero en estas últimas elecciones presidenciales el destino de
nuestro país se ha detenido y estaría dando un cambio de rumbo; le ha dicho no
al continuismo neoliberal.
Elecciones presidenciales y enfrentamiento de dos modelos de desarrollo:
En estos últimas semanas estamos
viviendo la campaña electoral en segunda vuelta de un proceso electoral, que va
a decidir a uno de los contendores como el nuevo gobernante de nuestro país; quien
se encargara de conducir los destinos de nuestro país rumbo al bicentenario.
Estos dos candidatos representan
a dos culturas y modelos de desarrollo totalmente antagónicos; la primera es el
liberalismo y su economía de libre mercado expresado en Keiko Fujimori que
vinculado a la cultura occidental; y el otro representa al modelo de desarrollo
que busca reivindicar a la cultura andina basado en la presencia del Estado
dentro de la sociedad, representado por Pedro Castillo con sus características
socio cultural ancestrales.
En los últimos tiempos muy poco
se ha venido estudiando el fenómeno de la contradicción entre la cultura
occidental y la cultura andina; como si pudiéramos considerar que esta última
ha sido absorbido por el modelo occidental. Haciéndonos creer que la adecuación
y la aceptación de lo foráneo han predominado, implicando una dependencia
económica, social, cultural y política.
El triunfo de Pedro Castillo en
la primera vuelta, representa el
descontento de la población marginada social, cultural, política y
económicamente; ya que nunca se ha beneficiado de la modernización ni del
desarrollo, mucho menos del crecimiento.
Eso ha implicado desconcierto en
la derecha, herederos de los criollos y
de la Aristocracia, que nuevamente como si fuese hace 200 años, se han unido
para enfrentar y acallar esta revolución democrática iniciada por parte de los
defensores de la cultura andina, de los precursores y defensores de las etnias
milenarias, que se han puesto de pie para impedir el avasallamiento y la liquidación de
nuestras utopías, e identidades.
Después de los resultados de la
primera vuelta, encontramos a una derecha ortodoxa, fascista, neonazista, que
demuestra su odio a un candidato humilde y representante de la población
oprimida; utilizando todos los medios tecnológicos, comunicacionales (diarios,
canales de televisión, radio, etc.), voceros
periodísticos, políticos, artistas, deportistas, para desprestigiarlo;
utilizando como estrategia el miedo y terror a las propuestas del candidato que
los está haciendo sufrir y al temor de
perder el control del Estado.
Al igual que destruyeron a Verónica Mendoza candidata de izquierda en la
primera vuelta; esta clase dominante
hace lo mismo con Pedro Castillo, que sigue liderando las últimas encuestas, a
poco menos de tres semanas, como: IEP 36.5% para Castillo y 29.6% para Keiko
Fujimori[6],
IPSO 51.1% a favor de Perú Libre, 48.9% para Fuerza Popular[7], y que esta como favorito en esta segunda
vuelta electoral.
Es bien sabido que la clase
política de la derecha no está tranquilo con estos resultados difundido por las
encuestadoras; a como dé lugar están buscando
tumbarse a Castillo, para ello manejan una serie de estrategia
comunicacional y acciones, tratando de demolerlo e impedir el triunfo de las elecciones.
A modo de Conclusión:
Somos un país que a lo largo de
estos últimos 200 años hemos vivido
etapas llenas de conflictos y contradicciones entre dos culturales o
representaciones de sociedades la criolla o también llamada aristocrática y la
indígena o también denominado popular, este último ha sido excluido durante este bicentenario y nunca
han sido incluidos ni beneficiadas en los diferentes modelos de desarrollo y
modernización.
Muchos ciudadanos provenientes de
la cultura andina se han ido aculturando (como lo dijo en una oportunidad José
María Arguedas), asimilando la
modernización occidental; que al igual de la lucha contra la colonia y el
virreinato, están del lado de los liberales.
Existe mucho optimismo, que en
esta segunda vuelta electoral pueda revertirse la orientación electoral, por un
cambio en favor de los sectores y clases sociales desposeídas.
[1] “La Utopia Andina”, Rodrigo Montoya en
“Margenes N°8”, 1991.
[2]
Ibid
[3] Posición de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación Nacional (CVR).
[4] Fondo Cultura Económica, México, 1996
[5] El
artículo de Alan García fue publicado en el ddiario el Comercio en tres partes 28/10/2007, 25/11/2007 y 02/03/2008.
[6] Diario la República 16.05.2021
[7] Diario El Comercio 16.05.2021