lunes, 24 de mayo de 2021

¿ES EL FIN DE LA CULTURA OCCIDENTAL?

 

Por: Percy J. Paredes Villarreal

La Antropología como Ciencia Social, se alimenta de tres disciplinas para entender e interpretar la realidad o los problemas existentes en los diversos espacios; estas son: La etnohistoria, la arqueología y la etnolingüística (enfoque de Ralp Beals).

Inicios del Capitalismo en América:

En cierta forma se podría decir que el capitalismo, libre mercado, individualismo, y el predominio de lo privado, en lo político y económico  se desarrolló en el occidente  llegando a nuestro continente hace más de 500 años, con  Cristóbal Colón. A partir de allí comenzó la conquista y expansión de este modelo en nuestro continente sudamericano, que en todo momento se había desarrollado independientemente bajo un modelo de desarrollo autóctono y colectivista.

La llegada de Pizarro conjuntamente con la religión católica a nuestro país, se impuso el modelo de desarrollo occidental en nuestro país; cambiando el orden social, cultural, político y económico, en beneficio de la corona española, y sus descendientes. Subordinando a los indígenas, chinos, negros, mulatos y mestizos al orden predominante.

La presencia de los españoles en el Perú, implico la imposición de un modelo de desarrollo, generando desigualdades abismales, abusos, explotación, injusticias y enriquecimiento de un pequeño grupo de personas; imponiendo por encima de las autoridades una serie de vejámenes contra los indígenas y su cultura. Eso se vio reflejado en las actividades productivas, dejándose de lado la agricultura para optar por la minería, como se nos hace creer en estos últimos tiempos al decir que el Perú, supuestamente, es un “País Minero”, cuando no es verdad.

La Independencia y  continuación de la modernización occidental:

La lucha por la independencia de los países de América del Sur  del yugo español; mayormente fue un enfrentamiento entre los propios indígenas, mestizos que se encontraban en ambos bandos. Mientras que los criollos miraban desde las tribunas los conflictos entre próceres y precursores.

Algunos caudillos se enfrentaban al Virreinato, otros los defendían; los que luchaban contra el yugo español, era traicionados por sus propios grupos étnicos siendo capturados y sometidos a fusilamiento o descuartizaciones como fueron Manco Inca, Túpac Amaru, José Olaya, etc.

Además estos enfrentamientos hicieron creer que las etnias y los grupos humanos perteneciente a los sectores desposeídos que se enfrentaron a la colonia;  iban a obtener la libertad y  una vida de justicia, siendo todo lo contrario. Ya que los criollos nunca permitieron su libertad ni el desarrollo comunitario; por el contrario se afianzó la explotación del hombre por el hombre, el servilismo, la dominación y las injusticias.

A lo largo de estos últimos 200 años de independencia política que hemos vivido, nos ha permitido ver que la  modernización, el crecimiento y el desarrollo no han sido para mejorar la calidad de vida de los sectores empobrecidos, que han sido menospreciados y discriminado.

Los diversos modelos de desarrollo existente en nuestro país, no ha generado inclusión social, igualdad de oportunidades, ventajas comparativas; por el contrario, lo que se venido obteniendo es el distanciamiento de las brechas sociales, económicas y políticas. Producto de estas desigualdades, a lo largo de esta etapa, se han ido generando una serie de descontento y manifestaciones de protesta, llegando a conflictos armados.

Tras la independencia de nuestro país, los modelos de desarrollo basado en el sistema de hacienda,  en el feudalismo y  un pensamiento colonial fue lo que predomino hasta la década de los 60 en que los militares liderados por Velasco, toman el poder implementando un proceso de modernización y reestructuración del estado, logrando fortalecer el capital financiero, la industrialización y la participación comunitaria en algunas de ellas. Eso significó sacar de la etapa del servilismo, la feudalidad de nuestra patria, para poder construir un país moderno que en aquellos tiempos otros países sudamericanos nos habían adelantado.

Este proceso de nacionalización y modernización, se vio truncado a partir de la traición de sus propios colegas, y el posterior retorno a la democracia, que buscaron desarticular todo lo avanzado por el primer militar que aposto por el desarrollo interno y la sustitución de importaciones.

La crisis económica del petróleo a nivel mundial, la crisis de la deuda de los 80 trajo como pretexto la creación del “Consenso de Washington”, para  implementar el libre mercado, reducir el Estado, privatizar las empresas públicas y fortalecer el neoliberalismo. De esa manera, todos los países tuvieron que adecuarse a las órdenes de los organismos financieros internacionales (FMI, BM, BID).

Nuestro país llegó tarde a esa adecuación; ya que, para ello tenían que imponer un régimen fuerte y autoritario, si fuese dictatorial mejor; porque estas medidas tenían que ser muy drástica, generando descontento y protesta, de esa manera impedir retroceso.

Esto modelo de desarrollo occidental fue impuesto mediante el gobierno de Fujimori que en un primer momento se opuso; luego con el apoyo de los Organismos Financieros Internacionales, los militares, los empresarios y la Iglesia Católica, implementaron el modelo neoliberal, trayendo muchas consecuencias que hasta la fecha sigue vigente, y que en estos momentos está tambaleando.

Pensadores coloniales y defensores de la cultura andina:

Durante esta etapa encontramos algunas frases célebres de algunos representantes de la clase dominante como: Alejandro Deustua quien decía que “los indígenas eran un obstáculos para la el desarrollo del País, y que debemos desaparecerlos”,  del mismo modo podemos leer a Santos Chocanos con frases muy fuerte contra los indígenas.

Mientras que por otro lado encontramos a Manuel Gonzales Prada, posteriormente a José Carlos Mariátegui, defensores del indigenismo y su cultura. Este último describe la realidad nacional mediante sus “7 ensayos de Interpretación de la ….”, que nos describe la situación del país y ameritaban un cambio radical de nuestro país reafirmando la cultura andina y el indigenismo como centro del proceso de cambio y desarrollo.

Después de Mariátegui, aparecieron otros intelectuales que comenzaron a creer en la reivindicación de la cultura andina; tales como lo escribieron Julio C. Tello, Luis E. Valcárcel, Jorge Basadre, José María Arguedas, entre otros. Mientras que los pensadores colonialista aparte de los mencionados líneas arriba, encontramos a Víctor Andrés Belaúnde, Beltrán, y en estos último tiempos esta Mario Vargas Llosa.

Estos procesos de desarrollo fortalecieron el pensamiento dependiente a través de la herencia tal como lo describió Julio Cotler en su famoso libro “Clase, Estado y Nación en el Perú”, cuyo estudio sigue vigente; ya que las contradicciones fundamentales expresado en la “República Criolla” y la “República indígena”, han venido desarrollándose en favor de los primeros como gobierno y control del Estado, mientras que los otros segundo han sido los actores y protagonistas de las diversas luchas a lo largo de estos dos siglos.

Del mismo modo, podemos mencionar al pensamiento colonial y su imposición, con los estudios realizados por Aníbal Quijano, quien sigue planteando que nuestro país sigue predominando un modelo de desarrollo occidentalizado dejando en la pobreza a la cultura andina; de allí comienza a nacer la “utopía andina”, “Buscando un Inca” y “el retorno del “InKarri” esperanza que en un determinado momento retornemos al pasado bajo características diferentes, donde los valores ancestrales, la economía y tecnología andina, las relaciones sociales, y la política recojan la esencia de nuestro pasado adecuándolo a nuestra realidad concreta.

Unos de los historiadores que ha podido recuperar y recoger estas utopías al cual lo denomino “Utopía Andina” fue el historiador peruano Alberto “Tito” Flores Galindo, el antropólogo Rodrigo Montoya, quien lo define como: “La Utopía Andina es la esperanza de volver a una sociedad justa como la del imperio inca, el sueño con una sociedad sin hambre y sin dolores”[1]. Mientras que Flores Galindo lo describe como: “… La utopía andina es un conjunto de actitudes y comportamientos sociales que buscan la restauración de la sociedad indígena derrotada y conquistada por los españoles. Pero no solo actitudes y comportamientos; también se expresa en libros, rituales, en la pintura, en la religión sincrética, en la fiesta popular, viviendo de preferencia en la imaginación, en el inconsciente colectivo de las poblaciones que soportaron la explotación colonial. Así como las utopías del hombre medieval europeo surgieron como esperanzas cristianas inspiradas en textos bíblicos, en los Andes la utopía tendrá la particularidad de surgir como consecuencia de una original interpretación de la historia indígena dentro de un contexto colonial”[2]

30 años de modernización occidental:

Durante la etapa de la guerra interna[3] que vivió nuestro país, en la década de los 80 y 90 del siglo pasado, encontramos personalidades discriminadoras, particularmente militares, quienes se ensañaron con los pueblos andinos. Uno de ellos fue el famoso “Gaucho” Cisneros Vizcarra, quién manifestó que “para acabar con el terrorismo, se debe aniquilar a toda una comunidad, no interesa si hubiera un solo terrorista, porque los niños van a seguir los pasos de los grandes”, a partir de esta orientación militar se desarrollaron matanzas y etnocidios, ensañándose con algunas comunidades como lo fueron: Accomarca, Cayara, Chuschi, entre otros que fueron desaparecidas. Del mismo modo hicieron lo mismo los grupos terroristas de “Sendero Luminoso y el MRTA”, que también mataron a líderes y asesinaron a muchas personas, tal como lo describe la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en su informe final.

La captura de los cabecillas  de Sendero Luminoso y del MRTA, por parte del GEIN (Grupo  Especial de  Inteligencia Nacional) liderado por el General PNP Ketín Vidal; y la derrota de estos dos grupos de terroristas a cargo de las  Rondas Campesinas y Autodefensa, permitió la tranquilidad del país. Además implico el aprovechamiento del gobierno de Fujimori, para implementar un modelo de desarrollo económico occidental, basado en: a) reducción del Estado,  b) privatización de  las empresas públicas, c) implementación de la economía de mercado en nuestro país, d) incorporación al mundo occidental globalizado, y e) desaparición de las empresas asociativas, colectivas y comunidades campesinas para darles a los empresarios.

De esa manera la modernización occidental, arrincono toda expresión andina en lo sociocultural, político, económico y ambiental. El neoliberalismo desapareció muchos espacios ancestrales; haciendo que estos sectores se adecuen a los cambios renunciando a las utopías y mitos, logrando que muchos sectores comiencen a perder su identidad, convirtiendo a la sociedad peruana en un solo Estado/Nación. Tal como lo describe Mario Vargas Llosa en su famoso ensayo titulado “La Utopía Arcaica”, donde cuestiona y critica la tradición andina, indicando que “El indigenismo es fue una ficción ideológica, de corte pasadista y reaccionario –es decir colectivista, mágico, irracionalidad, antimoderno y antiliberal-…”[4]

Del mismo modo lo hizo  Alan García al catalogar a los indígenas como “Ciudadanos de segunda categoría”,  escribiendo sus famosos artículos titulados “El Perro del Hortelano”[5], discriminando a las culturas ancestrales.

En ese espacio considera que los indígenas deben subordinarse y depender de las  empresas transnacionales que deben predominar  en sus comunidades;  reemplazando  las actividades mineras a las agrícolas. Incorporándose a la modernización occidental, de esa manera ser considerados como ciudadanos en su propia patria.

El objetivo del representante de los ricos, era acabar con la ecología y medio ambiente de los territorios incursionándolos al mercado; cuyos dueños y propietarios de estos recursos naturales deberían aceptar el desarrollo neoliberal, y dejar de  oponerse a este proceso de modernización occidental.

Se pensó que en estos últimos 30 años de predominio de la cultura y modernización occidental, cuya clase política predominante ha reestructurado el Estado, ha occidentalizado la cultura y la sociedad,  donde  los diversos  gobiernos nacionales han tratado de desaparecer patrones socioculturales ancestrales. Todo parecía que esto iba a predominar, pero en estas últimas elecciones presidenciales el destino de nuestro país se ha detenido y estaría dando un cambio de rumbo; le ha dicho no al continuismo neoliberal.

Elecciones presidenciales y enfrentamiento de dos modelos de desarrollo:

En estos últimas semanas estamos viviendo la campaña electoral en segunda vuelta de un proceso electoral, que va a decidir a uno de los contendores como el nuevo gobernante de nuestro país; quien se encargara de conducir los destinos de nuestro país rumbo al bicentenario.

Estos dos candidatos representan a dos culturas y modelos de desarrollo totalmente antagónicos; la primera es el liberalismo y su economía de libre mercado expresado en Keiko Fujimori que vinculado a la cultura occidental; y el otro representa al modelo de desarrollo que busca reivindicar a la cultura andina basado en la presencia del Estado dentro de la sociedad, representado por Pedro Castillo con sus características socio cultural ancestrales.

En los últimos tiempos muy poco se ha venido estudiando el fenómeno de la contradicción entre la cultura occidental y la cultura andina; como si pudiéramos considerar que esta última ha sido absorbido por el modelo occidental. Haciéndonos creer que la adecuación y la aceptación de lo foráneo han predominado, implicando una dependencia económica, social, cultural y política.

El triunfo de Pedro Castillo en la primera vuelta,  representa el descontento de la población marginada social, cultural, política y económicamente; ya que nunca se ha beneficiado de la modernización ni del desarrollo, mucho menos del crecimiento.

Eso ha implicado desconcierto en la derecha,  herederos de los criollos y de la Aristocracia, que nuevamente como si fuese hace 200 años, se han unido para enfrentar y acallar esta revolución democrática iniciada por parte de los defensores de la cultura andina, de los precursores y defensores de las etnias milenarias, que se han puesto de pie para impedir  el avasallamiento y la liquidación de nuestras utopías, e identidades.

Después de los resultados de la primera vuelta, encontramos a una derecha ortodoxa, fascista, neonazista, que demuestra su odio a un candidato humilde y representante de la población oprimida; utilizando todos los medios tecnológicos, comunicacionales (diarios, canales de televisión, radio, etc.), voceros  periodísticos, políticos, artistas, deportistas, para desprestigiarlo; utilizando como estrategia el miedo y terror a las propuestas del candidato que los está haciendo sufrir y  al temor de perder el control del Estado.

Al igual que destruyeron a  Verónica Mendoza candidata de izquierda en la primera vuelta;  esta clase dominante hace lo mismo con Pedro Castillo, que sigue liderando las últimas encuestas, a poco menos de tres semanas, como: IEP 36.5% para Castillo y 29.6% para Keiko Fujimori[6], IPSO 51.1% a favor de Perú Libre, 48.9% para Fuerza Popular[7],  y que esta como favorito en esta segunda vuelta electoral.

Es bien sabido que la clase política de la derecha no está tranquilo con estos resultados difundido por las encuestadoras; a como dé lugar están buscando  tumbarse a Castillo, para ello manejan una serie de estrategia comunicacional y acciones, tratando de demolerlo e impedir el triunfo de   las elecciones.

A modo de Conclusión:

Somos un país que a lo largo de estos últimos 200 años hemos vivido  etapas llenas de conflictos y contradicciones entre dos culturales o representaciones de sociedades la criolla o también llamada aristocrática y la indígena o también denominado popular, este último ha sido  excluido durante este bicentenario y nunca han sido incluidos ni beneficiadas en los diferentes modelos de desarrollo y modernización.

Muchos ciudadanos provenientes de la cultura andina se han ido aculturando (como lo dijo en una oportunidad José María Arguedas),  asimilando la modernización occidental; que al igual de la lucha contra la colonia y el virreinato, están del lado de los liberales.

Existe mucho optimismo, que en esta segunda vuelta electoral pueda revertirse la orientación electoral, por un cambio en favor de los sectores y clases sociales desposeídas.

 

 

 



[1]La Utopia Andina”, Rodrigo Montoya en “Margenes N°8”, 1991.

[2] Ibid

[3] Posición de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional (CVR).

[4] Fondo Cultura Económica, México, 1996

[5] El artículo de Alan García fue publicado en el ddiario el Comercio en tres partes 28/10/2007, 25/11/2007 y 02/03/2008.

[6] Diario la República 16.05.2021

[7] Diario El Comercio 16.05.2021

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