ZAPATERO A TUS ZAPATOS
Por: Percy J. Paredes Villarreal
La Antropología es una ciencia que se encarga de
estudiar a los otros, o también podemos decirlo a los sujetos, a las personas,
familias, grupos humanos o comunidades, que son diferentes social, cultural y étnicamente.
En estos tiempos de influencia de la globalización y
el pragmatismo, encontramos algunas
características o patrones culturales tradicionales o ancestrales que se vienen
extinguiendo, como otras que todavía siguen luchando para evitar su
desaparición dentro de la sociedad y del mercado.
En esta oportunidad quiero describir una actividad
laboral que es sumamente importante al
cual casi todos los ciudadanos y ciudadanas acudimos para que nos solucione un
problema que tenemos; me refiero a los denominados señores zapateros, aquellos
que se encargan de renovar o mejorar el calzado que utilizamos para
desplazarnos de un lugar a otro, para caminar y que en algún momento no
queremos descartarlo o botarlo por múltiples razones.
Algunos consideran que el calzado es algo descartable
en el sentido que se compran para un determinado tiempo (años, meses, semanas o
días), y cuando ya está viejo o ha pasado de moda, lo botamos y cambiamos por
otro tipo de calzado. En otros casos, lo
mantenemos hasta que vemos que ya están muy maltratado y viejito; y con mucha
nostalgia nos desprendemos de ellos.
Es importante mencionar que la importación del calzado
chino a nuestro país, está compitiendo
deslealmente con la producción nacional, particularmente local; implicando el
cierre de muchas empresas familiares,
que no han podido enfrentar y ganarle al calzado sintético que está
predominando en el mercado peruano a un precio más barato.
Si hacemos un poco de historia podemos decir que desde la década del 50 del siglo pasado hacia
adelante, el calzado que uno se compraba era sinónimo de status y prestigio;
del mismo modo, había marcas que tenían diferentes costos y estaba relacionado
a la clase social al que uno pertenecía.
Asimismo, encontramos calzados de todo tipo, para el
trabajo, para el estudio, para hacer deporte, para reuniones sociales, etc. Aunque, ahora con
los cambios estructurales que ha vivido la sociedad, se ha impuesto la “Chabacanería”,
donde se combina la informalidad con lo formal, reflejándose en la vestimenta y
en el uso del calzado dejando de lado la elegancia y la coherencia. Es decir
predomina el “yo” y no el que “dirán”.
El calzado tiene un periodo de duración, por lo que evitamos
su extinción brindándole mantenimiento para darle más tiempo de duración. En
algunas ocasiones los únicos calzados que muchos tenemos lo hacemos durar un buen tiempo; a veces cuando “ya no da
para más”, con mucha nostalgia botamos a la basura, en otros casos lo
obsequiamos a otras personas que se encuentran en condiciones económicas
inferior o donamos a algunas
organizaciones de bien social.
Anteriormente, para alargar el tiempo de vida de
nuestros calzados existen personas encargadas de darle mantenimiento brindando
este servicio, al cual le denominamos “zapateros”, en su mayoría provienen del
ande; el servicio que brindaba este artesano era un medio para poder subsistir
en las ciudades y/o en las urbes; se instalaban al costado del mercado teniendo
un espacio de aproximadamente dos metros cuadrados. En otros casos, se instalaba en la esquina de
la calle, en zonas estratégicas donde no podía obstruir el paso peatonal, buscaba colocarse en lugares de mucha
concurrencia; es decir eran un estratega para ver la ubicación e instalarse y
brindar su servicio.
Conforme iba haciendo bien su trabajo incrementaba su
clientela obteniendo ingresos mejorando su calidad de vida; de esa manera,
podía dar estudios superiores a sus
hijos con ese humilde y sencillo trabajo. Gracias a este oficio, muchos padres
han hecho profesional a sus hijos/as.
Este artista del zapato, cuenta con una silla y una
mesa pequeña de aproximadamente 1 metro cuadrado con cajones, allí tiene sus
herramientas de trabajo, martillo, diablo, alicate, además tienen pegamento,
clavos, pomada de diferente color, escobilla, trapos, zapatos viejos, en mayor
o menor cantidad, que debe arreglar, etc.; a su costado ubicamos piezas de
cuero; otros cuentan con una máquina de coser zapato (diferente al de coser
ropa); algunos son ordenados como otros desordenados en el manejo de sus cosas,
pero ellos se entendían donde encuentran sus cosas.
Preferentemente, estos ciudadanos comenzaban solo,
posteriormente incorporaban a sus hijos para que ayuden ampliando su negocio o servicio, porque su
clientela comenzaba a incrementarse. A la vez, tiene un horario de atención,
donde todos saben a qué hora llega y atiende, como a qué hora se va; además, de los días libres que tiene, preferentemente son
los lunes por lo que tradicionalmente se le denomina “día del zapatero”.
El servicio que brindan es múltiple, desde pegar o coser a mano la suela del
zapato, pegar el taco del zapato, coser
algo que esta descocido, agujereado, etc.; además de cambiar el taco o cambiar
toda la planta; este servicio que brinda es para todo tipo de calzado de
varones como de mujeres; para este
personaje, todo es solucionable. Para el zapatero no existe discriminación de
género, social o económico.
Cuando nuestras madres, por el momento, no quieren
gastar en comprar un par de zapato nuevo para sus hijos o hijas, o nosotros
mismo no podemos comprarnos un par nuevo de calzado, muchas veces llevamos los zapatos de nuestros
hijos pequeños o grandes, para que lo arregle; en otros casos cuando somos adultos
lo llevamos nosotros mismos, a veces dejamos el calzado le pedimos al señor que
lo arregle y le indicamos lo que
deseamos que haga con nuestro calzado.
En otros casos cuando no estamos apurados vamos a
verlo al zapatero y queremos que lo haga al instante estamos un rato esperando para
que nos devuelva solucionado el problema; en algunas ocasiones el zapatero deja
de hacer otra cosa para atendernos si ve que se puede hacer rápido de lo
contrario nos dice que volvamos dentro de un determinado tiempo o al día
siguiente, porque en muchos de los casos se encuentra muy atareado. De esa forma
demuestra su poder de decisión, y nosotros tenemos que aceptar gentilmente o de
una manera regañadiente por dentro, la decisión que toma. Y si queremos que lo
haga en lo inmediato, para el momento, a veces lo suplicamos, le rogamos o
tenemos que soltarle un dinero más para que lo haga allí mismo.
Ese zapatero también, planifica y prioriza por orden
la atención y el trabajo del día, de acuerdo a como le va llegando los calzados;
esa planificación lo hace en forma mental y empírica, ya que de esa manera va
realizando su faena diariamente. Pero de todas maneras resuelve nuestros
problemas; ocasionalmente, se olvida de arreglar nuestro calzado y cuando uno
va nos ve, y recién se acuerda de hacer
el mejoramiento, se siente mal y comienza arreglarlo en lo inmediato, en
otros casos existen zapateros que son muy desconsiderado y “comienzan a pasearlo
a uno” diciéndole vuelve otro día, y así nos tienen por un determinado tiempo. Por
lo que, optamos por buscar otro zapatero más serio y responsable, que nos
recomiendan otros amigos cambiándolo por
otro.
Y es que eso se debe a la escases de zapateros para
que atienda a mucha clientela, llegando a monopolizar el mercado y no teniendo
competidor en su territorio pequeño; en otros casos existen zapateros que se
dedican temporalmente para solucionar su problema económico, como otros que son
de oficio.
En algunas ocasiones, cuando no tenemos nada que hacer,
vamos con nuestros calzados a verlo para que nos atienda y como somos conocidos o
nuevos nos invita a sentar, al cual aceptamos gentilmente, nos ponemos a
observar lo que está haciendo, en otras ocasiones conversamos sobre política,
deporte, economía, noticias etc., o a veces nos brinda un diario, que en muchos
de los casos son de 50 céntimos o un sol y nos ponemos a leer; porque es una
persona que está informado de lo que acontece en la política nacional y local,
el deporte, o en los lugares donde uno vive. Es decir se convierte en un
informante importante; y si somos amigos, hablamos de cosas más íntimas, porque
existe confianza.
Este oficio, mayoritariamente, está constituido por un
varón, pocas o casi nunca he tenido la oportunidad de ver a una mujer
trabajando en esto; debido a la rudeza con que se trabaja. Pero a la vez, como
he manifestado líneas arriba, gracias a este oficio muchos de ellos, han podido mantener a su
familia, darles educación a sus hijos hasta que sean profesionales, como en
otros casos involucrarlos a sus hijos en esta actividad laboral.
Pero a la vez es un trabajo empírico que ha permitido
mantener una técnica y una metodología para arreglar el calzado, como también
para solucionar problemas del calzado de muchas familias, brindar atención a
las personas que acuden de diferentes sectores y clases sociales ante una
necesidad, además comunicar y dialogar con las clientela y la amabilidad con
que te atiende. Difícilmente podrán desaparecer, a pesar de la fuerte presencia
de la sociedad consumista, pero muchos seguimos acudiendo a ellos para que nos
solucione nuestros problemas del calzado, que tratamos de conservarlo más
tiempo.
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