EL PENSAMIENTO COLONIAL EN TRUJILLO
Por: Percy J.
Paredes Villarreal
En días pasados, en la capital de
la primavera se suscitó un hecho social que generó rechazo, críticas y
cuestionamientos por parte de diferentes instituciones públicas, organizaciones
de la sociedad civil, académicos e intelectuales y también en las redes
sociales a nivel nacional. Esta polémica se desato debido al matrimonio de
Belem Barnechea (hija del ex candidato a la presidencia, académico e
intelectual Alfredo Barnechea) con el español Martín Cabello de los Cobos,
nieto de los condes de fuente blanca de España.
El tema del debate se suscitó en
la utilización de simbologías, rituales y ceremonias de la cultura moche en un
matrimonio, que fue cuestionado por muchos ciudadanos al describirlo como un
acto virreinal o colonial, clasista, dentro de un momento donde estos tipos de
sociedades, o etapas en que ha vivido o pasado nuestro país, han sido superado;
pero que, en pleno siglo XXI se pone en escena reflejando en algunas familias
que todavía sigue creyendo y pensando que vivimos una etapa colonial, de
sometimiento y subordinación de las culturas ancestrales hacia el yugo español.
El matrimonio de ambas parejas,
hubiese pasado desapercibido siempre y cuando no se hubieran hecho alarde de
estas escenografías, que tienen una representatividad, una connotación y
también una interpretación antropológica, donde la simbología, el contenido y
el mensaje representa una de las etapas nefastas de nuestra historia.
En antropología, encontramos una
gran diferencia entre el ver, mirar y observar, conceptos totalmente diferente;
donde este último nos permite hacer una interpretación de lo impactante que
son las escenas. Esto se refleja en que
los artistas realizaban escenografías danzando, como también mujeres sentados
en el suelo con sus trajes típicos ancestrales; mientras que los novios con
trajes tradicionales españoles, caminaban observando los rituales y ceremonias
prehispánicas.
Estos tipos de escenas
representan simbólicamente a dos culturas (la moche y la españolas), pero que
no tiene un final de interculturalidad, por el contrario encontramos el
predominio de la cultura española. Hubiese sido muy interesante que los novios
estuvieran en trajes moches, como representación de la cultura milenaria y
originaria de la ciudad de Trujillo.
Este análisis simbólico representado
en una dualidad cultural que nunca existió en esa época, nos permite entender
lo que Aníbal Quijano (Sociólogo peruano) nos habla del predominio del pensamiento
colonial basado en el racismo y en la discriminación; que todavía, a pesar del
tiempo transcurrido, sigue presente en pequeñas
familias que en un determinado momento tuvieron poder, prestigio y estatus.
Esta característica sociocultural
tuvo una presencia importante y predominante, particularmente en la etapa
colonial, en los inicios de la república, durante la etapa al que se le
denomina la sociedad aristocrática, hasta finales de la década de los 60 del
siglo pasado.
Con la reforma agraria se rompió
con esta contradicción, generando cambios socioculturales en nuestro país y en
la ciudad de Trujillo; donde la migración del mundo andino a las zonas
aledañas, prefiguraron cambios profundos
y estructurales, en la ciudad de la eterna primavera.
Desde la década de los 90 del
siglo pasado hasta la actualidad, la
capital de la primavera se ha ido modernizando; hemos ido observando cambios
profundos y estructurales de la ciudad y de la sociedad trujillana. Donde los “invasores”
que en un determinado momento se les denominaban a los migrantes,
mayoritariamente provenientes del ande liberteño; pasaron a convertirse en “conquistadores”,
ya que en la actualidad han construido una diversidad cultural y un proceso de
multiculturalismo. Donde esta ciudad se ha convertido en el receptor de una
serie de patrones y comportamientos transculturales, que ha dado paso a una
nueva identidad trujillana intercultural, con algunas tradiciones
aristocráticas como la “Fiesta Primaveral” y el “Concurso de la Marinera”.
Las instituciones públicas
encargadas de fortalecer los espacios físicos y territoriales, no lograron la adecuación, el cambio de comportamiento y
conducta de las personas y las familias, ni tampoco potenciaron y fortalecieron
la economía primaria y secundaria en este lugar; siendo relevado y reemplazado por el potencial
migrante; que ha llegado a este lugar, para quedarse e imponer una serie de comportamientos
y patrones socioculturales traídos desde sus lugares de orígenes socializándose
con sus vecinos y adecuándolas a la realidad local.
Esta diversidad cultural, ha
permitido generar cambios y reacomodos, donde la aristocracia y nobleza
trujillana en extinción, ha sido reemplazado por una nueva clase dominante que
ha impuesto un nuevo orden y paradigma
sociocultural local, sustentado en un predominio de la cultura andina, basado
en una economía informal, en la reciprocidad y en las actividades económicas
terciarias. Teniendo en las relaciones de parentesco conjuntamente con sus
tejidos sociales, en las redes sociales utilizando la globalización tecnológica
que el mundo moderno nos da, como elementos para fortalecerse empresarialmente.
Estos cambios estructurales, no
han podido fortalecer un proceso de modernidad en Trujillo; por el contrario,
ha implicado la modernización de la ciudad; pero que todavía existe una
expresión del choleo representado en la indiferencia e irrespeto a las normas que
te pone la urbanidad; desacatando todo
lo que viene del gobierno local que no les representan.
Es importante mencionar que algunos
grupos o sectores socioculturales que han crecido socioeconómicamente; asuman patrones culturales coloniales,
sustentado en el racismo, en la discriminación no tan solo social, también
cultural y económica. Eso ha significado el emprendimiento y empoderamiento de
familias migrantes, que por tener poder económico, asimilan y asumen un
pensamiento colonia.
El desplazamiento de la
aristocracia plebeya y criolla en Trujillo, está prefigurando una nueva
estructura social, basado en la presencia de nuevos grupos de poder económicos
y étnicos. Donde el sector emergente, asume conductas y comportamientos
privilegiados, de status social similar a lo colonial. Solamente ha cambiado
los grupos, pero el pensamiento colonial sigue vigente.
Lo que ha sucedido en el
matrimonio entre una peruana con un español, va a ser imitado próximamente, por
otras familias que fueron migrantes y que ahora tienen poder económico y un
nuevo status; dando alarde de superioridad. Y esto va a suceder porque hasta la
fecha no hemos enterrado y superado nuestro pasado virreinal. Como lo venimos
viviendo en la política nacional.