sábado, 3 de octubre de 2020

REFORMA O REFUNDACIÓN DE LOS PARTIDOS POLITICOS

 

Por: Percy J. Paredes Villarreal

Desde los inicios de la década de los 90 del siglo pasado se  implementa el neoliberalismo,  no tan solo es un modelo económico también fue un modelo político, social, cultural, etc. Si en la década de los 80 del siglo pasado lo político determinaba  lo económico,  a partir  de los 90 hacia adelante, predomino las decisiones económicas sobre lo político; en este  último  años, lo que se ve es que cada sector camina por diferente lado.

La crisis política que estamos viviendo ha traído graves consecuencias, como: corrupción,  clientelismo,  servilismo, etc.; además  el modelo  no  democratizó la política, ni tampoco a los partidos. Fortaleció el cacicazgo, el caudillismo, el autoritarismo, utilitarismo, individualismo y transfuguismo características actuales de los  partidos políticos;  cuyos jefes han secuestrado a las organizaciones partidarias, convirtiéndolo en su chacra o de su propiedad,  haciendo lo que se le antoja con ella.

El neoliberalismo extinguió  los valores, la formación ética, la ideología y  filosofía partidaria; del mismo modo desapareció los debates programáticos y alturados para llevarnos a discusiones mediáticas, chismografía, subjetivismo entre individuos pertenecientes a una organización política. Reflejando la mediocridad en la política.

Los partidos políticos se han convertido en “vientres de alquiler”, logrando desaparecer los cuadros políticos e ideológicos dentro de las organizaciones; ya no existe la formación de la militancia, y de los dirigentes. Impera el pragmatismo, el operacionalismo, o lo que se denomina actualmente “piloto automático”. Convirtiéndolo en organizaciones sociales, empresa de trabajo,  dedicado al asistencialismo, clientelismo, etc.

Algunos economistas hablan de la reciprocidad política en los procesos electorales mediante “un voto a cambio de un regalo”, o a cambio de una “chamba”,  la  finalidad del candidato es llegar a tener poder político en los espacios público; de esa manera, convertir a la institución pública en centro de empleo, donde solamente tienen acceso la gente que apoyo y votó por él; no interesa si tiene conocimiento o experiencia en gestión pública.

En estos últimos tiempos,  la democracia y la política, ya no se sostiene en los partidos políticos ni en sus líderes, mucho menos en los demócratas; ahora lo sostienen los grupos   políticos que buscan su inmunidad ante los diversos delitos que han cometido; otros buscan sacarle provecho  al Estado. Ahora la ciudadanía vota, por el amigo, por el paisano, por el familiar; no le interesa el programa, o la propuesta programática del partido o del candidato.

En los últimos procesos electorales, los dueños de los partidos políticos te piden un cupo para que puedas postular; porque saben que de llegar al Municipio, al Congreso de la Republica, o al Gobierno Nacional vas a recuperar lo que has invertido; ese modelo economicista y pragmático es lo que nos ha dejado como herencia el fujimorismo.

Estamos a inicios de  un proceso electoral, donde vemos como desde el Congreso de la República, los legisladores se oponen sutilmente a la reforma política presentado por el ejecutivo; tratando de cambiar las “reglas de juego”, evitando vulnerar sus espacios e intereses particulares, como lo vienen demostrando en estos últimos actos.

Ellos buscan que no cambie nada y  continúe como se ha venido actuando; pero la realidad demuestra que los partidos políticos se han convertido en cascaron, dejando de representar a la ciudadanía anteponiendo sus  intereses particulares. Eso es el reflejo de lo que en un momento Carlos Iván de Gregori dijo que vivíamos una etapa de “Antipolítica”; o lo que Juan de la Puente señala que estamos viviendo una coyuntura de “Contrapolítica”; o la tesis de Gonzalo Portocarrero, que nos hablaba de la “Cultura Política Peruana”.

El país y la democracia   NO necesita una reforma política, se  requiere una refundación de la política y de los partidos, que en muchos de los casos han dejado de ser representantes de la ciudadanía. Esta debe articularse a un nuevo  modelo de desarrollo que sea más Humano, Transparente, Solidario, con Valores y principios Éticos; aperturando  espacios democráticos y participativos en las organizaciones partidarias, dando oportunidad a las nuevas generaciones tanto hombres como mujeres, con un nuevo discurso político,  superando la mediocridad de los políticos y de la política  que tenemos.

 

 

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