domingo, 8 de noviembre de 2020

NUEVOS VIENTOS EN AMERICA DEL SUR

 

Por: Percy J. Paredes Villarreal

En estas últimas dos semanas, venimos observando procesos electorales en nuestro continente sudamericano, para renovar al Poder Ejecutivo y Legislativo en Bolivia  y el cambio o NO de la Constitución Política  que nació de la dictadura militar de Pinochet en Chile.

Bolivia acaba de renovar a su gobierno interino, que hace un año atrás hubo se dio un golpe de Estado contra el gobierno del MAS, liderado por Evo Morales, aduciendo un supuesto fraude electoral; este golpe contra la institucionalidad democrática  tuvo el apoyo,  respaldo y la confabulación de las fuerzas armadas, el sector empresarial y los organismos internacionales como la OEA, que en estos últimos días está tratando de “limpiarse las manos”.

Este Golpe de Estado contra la democracia no tan solo implico la destitución del presidente, también se realizó  persecución a  dirigentes políticos, sociales, culturales, etc.,  de la cultura indígena milenaria boliviana que venía gobernando  el país; siendo reemplazado por los representantes y defensores de la cultura occidental. La sustitución del poder por parte de la nueva gobernante y su gabinete  permitió y avalo una serie actos de violaciones a los derechos humanos hacia nuestros hermanos defensores de su cultura ancestral y primigenia, siendo denunciado ante los organismos internacionales que hasta la fecha no se pronunciaron.

Desde inicios del autogolpe la derecha realizo una “cacería de brujas” contra los funcionarios, ministros y dirigentes del partido político defenestrado; buscando en todo momento la extinción y desaparición de algunos líderes indígenas,  apertura de investigaciones, proceso judiciales, etc.; además de la destrucción y desaparición de una serie de simbologías andinas siendo reemplazado por la biblia. A pesar de ello, la población no se inmuto, por el contrario aposto este partido político que desde más de dos periodos de gobierno consecutivo, logro recuperar su identidad, reivindico sus derechos étnicos, mejoro la situación económica del hermano país sureño.

Según la CEPAL, en su último reporte del 2019, manifestó los grandes avances y logros obtenidos por Bolivia, como: 1) Al asumir el MAS de Evo Morales al gobierno, la pobreza en hogares estaba en un 60% y la extrema pobreza fue de 28,9%; en el año 2017, esta se redujo a 30,6% y 14,2% respectivamente. 2) En relación al gasto social del año 2016, este país del altiplano destino el 12,6% de su PIB, superando a Ecuador, México, Paraguay, Perú. 3) En ese mismo año, el gobierno boliviano destino el 14,8% a Salud, 41,4% Educación y 37% de su PIB superando a los países mencionados líneas arriba. (Panorama Social de América Latina, 2019, CEPAL).

Se pensaba que los usurpadores como: Meza, Camacho y la  mandataria interina (Yanes), los tres socios de la conquista,  iban a recibir el respaldo de la población para mantenerse en el poder; pero fue todo lo contrario, ya que la ciudadanía nuevamente voto por la continuación del MAS  superando la mitad llegando a casi el 52% de votaciones;  obteniendo la presidencia nacional y la mayoría en el parlamento. Ahora será con Arce, ex Ministro de Economía de estos últimos once años de gobierno de Evo Morales, el conductor de la continuación del proyecto político indigenista y de izquierda en el hermano país boliviano.

Del mismo modo, ha sucedido con el hermano país sureño, que el domingo pasado, se realizó el péblicito o referéndum para decidir si deseaban continuar con la misma Constitución o cambiarla,  además se les pregunto si la nueva Carta Magna podría hacerse con este parlamento o elegirse a un Congreso Constituyente, para que se encargue de elaborar un nuevo Contrato Social; obteniendo un triunfo abrumador por el cambio de Constitución Política superando el 78%, además que sea un Congreso diferente al actual quienes sean los encargado de elaborar la nueva carta Magna.

Muchos académicos, investigadores e intelectuales, hasta la fecha no pueden entender porque la ciudadanía voto por el cambio de Constitución, cuando gracias a este han podido crecer y supuestamente mejorar sus condiciones y calidad de vida. Pero esto es algo engañoso porque lo que Chile tenía era una desigualdad social y una abismal inequidad en los servicios, particularmente el cuestionamiento iba por el lado del sistema de pensiones, de la salud, de la educación, del medio ambiente, etc., donde los sectores mayoritarios recibían un servicio muy precario e inoperante; además de la distribución de la riqueza era abismal.

Este proceso de insatisfacción por el cambio de  Constitución Política viene desde hace mucho tiempo atrás  porque consideran que el documento que sostiene a la sociedad chilena estaba “manchado de sangre”, producto de un golpe de estado (12 Septiembre de 1973) y una persecución a todos los funcionarios, dirigentes gremiales, sociales, intelectuales, artistas, etc., vinculados a la izquierda y  al gobierno del primer presidente socialista Salvador Allende; que fue destituido por las Fuerzas Armadas con el aval de la CIA, para  implementar el modelo neoliberal a través de los famosos “Chicagos Boys”.[1]

La lucha de un gran sector de los hermanos chilenos ha sido permanente contra una de la peores dictaduras que habido en nuestro continente sudamericano; superando a las gobiernos militares de Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, que tuvimos en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado.

La persistencia y las movilizaciones sociales por parte de la ciudadanía chilena contra el régimen militar llevo a un plebiscito en el año 1988 ganando la salida de  los  militares del poder, avanzando a una democracia formal; ya que, la Constitución de aquel año permitía  que Pinochet   siga en el poder ahora como senador vitalicio manteniendo sus privilegios conjuntamente con su camarilla de militares, como la protección e impunidad de aquellos militares que habían cometido actos de violación a los derechos humanos.  

La posdictadura permitió   la realización de procesos electorales democráticos para renovar los gobiernos nacionales, subnacionales, y el legislativo; implicando la formación de la coalición de partidos políticos opositores al régimen pinochetista y el otro sector de la derecha que defendía y respaldaba a los militares. Obteniendo mayoritariamente la concertación, la que ha gobernado el país durante estos casi 30 años, mientras que solamente en dos ocasiones  la centro derecha con Piñera.

Lastimosamente desde el inicio de la democracia hasta la actualidad los gobiernos chilenos nunca zanjaron con la dictadura militar permitiendo mantener una serie de beneficios, privilegios, e impunidad hacia ellos; además de seguir bajo  el modelo neoliberal, que ha implicado en estos últimos tiempos un fuerte cuestionamiento.

Desde  el año pasado, a raíz de la movilización de  los escolares contra el aumento de  del precio de los pasajes, luego se fueron sumando otros sectores sociales; convirtiéndose en el detonante que  exigió el cambio de Gobierno y de la Constitución Política chilena.

Una de las masivas manifestaciones políticas nunca antes vista en Chile, llevo al arrinconamiento del gobierno de centro derecha, que no tuvo más que aceptar el plebiscito antes que la renuncia a la presidencia. El domingo pasado los resultados dieron como ganador el cambio de la Constitución Política Chilena en forma abrumadora.

Se vienen procesos electorales en el continente sudamericano; valdría  la pena preguntarnos  ¿Si los últimos acontecimientos  en Bolivia y Chile, podrían influir en los países de Ecuador, Perú y Colombia, que tendrán procesos electorales el próximo año?. Eso se irá viendo en durante la campaña  electoral donde el electorado decidirá si es   el “Fin del Neoliberalismo o NO” en el Continente Sudamericano.

 

 

 

 



[1] Tal como lo escribió uno de los pensadores neoliberales como lo fue Samuel Hantington en su famoso artículo titulado “El Precio de la Libertad”, donde expresa lo siguiente: para que las reformas liberales   (en los países de América Latina) tengan éxitos estas deben estar acompañados de gobiernos fuertes, autoritarios y dictatoriales”. De esa manera   el panorama político de los países en nuestro continente sudamericano comenzó a cambiar mediante los Golpes de Estados perpetrados por los militares, para gobernar e implementar las políticas del “Consenso de Washington” aplicando medidas  represivas violentando los derechos humanos de las personas.

 

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