NUEVOS VIENTOS EN AMERICA DEL SUR
Por: Percy J.
Paredes Villarreal
En estas últimas dos semanas, venimos
observando procesos electorales en nuestro continente sudamericano, para
renovar al Poder Ejecutivo y Legislativo en Bolivia y el cambio o NO de la Constitución
Política que nació de la dictadura
militar de Pinochet en Chile.
Bolivia acaba
de renovar a su gobierno interino, que hace un año atrás hubo se dio un golpe
de Estado contra el gobierno del MAS, liderado por Evo Morales, aduciendo un
supuesto fraude electoral; este golpe contra la institucionalidad democrática tuvo el apoyo, respaldo y la confabulación de las fuerzas
armadas, el sector empresarial y los organismos internacionales como la OEA,
que en estos últimos días está tratando de “limpiarse las manos”.
Este Golpe de
Estado contra la democracia no tan solo implico la destitución del presidente,
también se realizó persecución a dirigentes políticos, sociales, culturales,
etc., de la cultura indígena milenaria
boliviana que venía gobernando el país; siendo
reemplazado por los representantes y defensores de la cultura occidental. La
sustitución del poder por parte de la nueva gobernante y su gabinete permitió y avalo una serie actos de violaciones
a los derechos humanos hacia nuestros hermanos defensores de su cultura ancestral
y primigenia, siendo denunciado ante los organismos internacionales que hasta
la fecha no se pronunciaron.
Desde inicios
del autogolpe la derecha realizo una “cacería de brujas” contra los
funcionarios, ministros y dirigentes del partido político defenestrado;
buscando en todo momento la extinción y desaparición de algunos líderes
indígenas, apertura de investigaciones,
proceso judiciales, etc.; además de la destrucción y desaparición de una serie
de simbologías andinas siendo reemplazado por la biblia. A pesar de ello, la
población no se inmuto, por el contrario aposto este partido político que desde
más de dos periodos de gobierno consecutivo, logro recuperar su identidad,
reivindico sus derechos étnicos, mejoro la situación económica del hermano país
sureño.
Según la CEPAL, en su último reporte del 2019, manifestó los
grandes avances y logros obtenidos por Bolivia, como: 1) Al asumir el MAS de
Evo Morales al gobierno, la pobreza en hogares estaba en un 60% y la extrema
pobreza fue de 28,9%; en el año 2017, esta se redujo a 30,6% y 14,2%
respectivamente. 2) En relación al gasto social del año 2016, este país del
altiplano destino el 12,6% de su PIB, superando a Ecuador, México, Paraguay,
Perú. 3) En ese mismo año, el gobierno boliviano destino el 14,8% a Salud,
41,4% Educación y 37% de su PIB superando a los países mencionados líneas
arriba. (Panorama Social de América Latina, 2019, CEPAL).
Se pensaba
que los usurpadores como: Meza, Camacho y la mandataria interina (Yanes), los tres socios
de la conquista, iban a recibir el
respaldo de la población para mantenerse en el poder; pero fue todo lo
contrario, ya que la ciudadanía nuevamente voto por la continuación del MAS superando la mitad llegando a casi el 52% de votaciones; obteniendo la presidencia nacional y la
mayoría en el parlamento. Ahora será con Arce, ex Ministro de Economía de estos
últimos once años de gobierno de Evo Morales, el conductor de la continuación
del proyecto político indigenista y de izquierda en el hermano país boliviano.
Del mismo
modo, ha sucedido con el hermano país sureño, que el domingo pasado, se realizó
el péblicito o referéndum para decidir si deseaban continuar con la misma
Constitución o cambiarla, además se les
pregunto si la nueva Carta Magna podría hacerse con este parlamento o elegirse
a un Congreso Constituyente, para que se encargue de elaborar un nuevo Contrato
Social; obteniendo un triunfo abrumador por el cambio de Constitución Política superando
el 78%, además que sea un Congreso diferente al actual quienes sean los
encargado de elaborar la nueva carta Magna.
Muchos
académicos, investigadores e intelectuales, hasta la fecha no pueden entender
porque la ciudadanía voto por el cambio de Constitución, cuando gracias a este
han podido crecer y supuestamente mejorar sus condiciones y calidad de vida.
Pero esto es algo engañoso porque lo que Chile tenía era una desigualdad social
y una abismal inequidad en los servicios, particularmente el cuestionamiento
iba por el lado del sistema de pensiones, de la salud, de la educación, del
medio ambiente, etc., donde los sectores mayoritarios recibían un servicio muy
precario e inoperante; además de la distribución de la riqueza era abismal.
Este proceso
de insatisfacción por el cambio de
Constitución Política viene desde hace mucho tiempo atrás porque consideran que el documento que
sostiene a la sociedad chilena estaba “manchado de sangre”, producto de un
golpe de estado (12 Septiembre de 1973) y una persecución a todos los funcionarios,
dirigentes gremiales, sociales, intelectuales, artistas, etc., vinculados a la
izquierda y al gobierno del primer
presidente socialista Salvador Allende; que fue destituido por las Fuerzas
Armadas con el aval de la CIA, para implementar el modelo neoliberal a través de
los famosos “Chicagos Boys”.[1]
La lucha de
un gran sector de los hermanos chilenos ha sido permanente contra una de la
peores dictaduras que habido en nuestro continente sudamericano; superando a
las gobiernos militares de Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, que tuvimos en las
décadas de los 70 y 80 del siglo pasado.
La persistencia y las movilizaciones
sociales por parte de la ciudadanía chilena contra el régimen militar llevo a
un plebiscito en el año 1988 ganando la salida de los militares
del poder, avanzando a una democracia formal; ya que, la Constitución de aquel
año permitía que Pinochet siga en el poder ahora como senador
vitalicio manteniendo sus privilegios conjuntamente con su camarilla de
militares, como la protección e impunidad de aquellos militares que habían
cometido actos de violación a los derechos humanos.
La posdictadura permitió la
realización de procesos electorales democráticos para renovar los gobiernos
nacionales, subnacionales, y el legislativo; implicando la formación de la
coalición de partidos políticos opositores al régimen pinochetista y el otro
sector de la derecha que defendía y respaldaba a los militares. Obteniendo
mayoritariamente la concertación, la que ha gobernado el país durante estos
casi 30 años, mientras que solamente en dos ocasiones la centro derecha con Piñera.
Lastimosamente desde el inicio de la
democracia hasta la actualidad los gobiernos chilenos nunca zanjaron con la
dictadura militar permitiendo mantener una serie de beneficios, privilegios, e
impunidad hacia ellos; además de seguir bajo el modelo neoliberal, que ha implicado en
estos últimos tiempos un fuerte cuestionamiento.
Desde el año pasado, a raíz de la movilización de los escolares contra el aumento de del precio de los pasajes, luego se fueron
sumando otros sectores sociales; convirtiéndose en el detonante que exigió el cambio de Gobierno y de la Constitución
Política chilena.
Una de las masivas manifestaciones
políticas nunca antes vista en Chile, llevo al arrinconamiento del gobierno de
centro derecha, que no tuvo más que aceptar el plebiscito antes que la renuncia
a la presidencia. El domingo pasado los resultados dieron como ganador el
cambio de la Constitución Política Chilena en forma abrumadora.
Se vienen
procesos electorales en el continente sudamericano; valdría la pena preguntarnos ¿Si los últimos acontecimientos en Bolivia y Chile, podrían influir en los
países de Ecuador, Perú y Colombia, que tendrán procesos electorales el próximo
año?. Eso se irá viendo en durante la campaña
electoral donde el electorado decidirá si es el
“Fin del Neoliberalismo o NO” en el Continente Sudamericano.
[1]
Tal como lo escribió uno de los pensadores neoliberales como lo fue
Samuel Hantington en su famoso artículo titulado “El Precio de la Libertad”,
donde expresa lo siguiente: para que las reformas liberales (en los países de América Latina) tengan
éxitos estas deben estar acompañados de gobiernos fuertes, autoritarios y
dictatoriales”. De esa manera el
panorama político de los países en nuestro continente sudamericano comenzó a
cambiar mediante los Golpes de Estados perpetrados por los militares, para
gobernar e implementar las políticas del “Consenso de Washington” aplicando
medidas represivas violentando los
derechos humanos de las personas.
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