miércoles, 28 de septiembre de 2022

ELECCIONES SUBNACIONALES: CAMBIO O CONTINUISMO

 

Por: Percy J. Paredes Villarreal

Estamos a pocos días del proceso electoral para renovar  a las  autoridades regionales y municipales (provincias y distritos) a nivel nacional; en esta oportunidad se elegirán a 26 Gobernadores/as Regionales, 196 y 1678 alcaldes/as con sus respectivos regidores/as para las municipalidad provinciales y distritales, respectivamente. Dentro de ese aspecto aquellos candidatos al gobierno regional que no superen el 47% votos elegidos tendrán que ir a una segunda vuelta entre el ganador y el que le continua en votación.

El panorama electoral regional y municipal, no está al margen de la coyuntura  nacional, donde la crisis política y económica, la corrupción dentro de las instituciones públicas, particularmente en el Legislativo y Ejecutivo,  en el Ministerio Público y Poder Judicial, tal como lo demuestra la última encuesta de opinión realizado por IPSO y el IEP, reflejan que amerita un cambio o una reforma estructural no tan solo a nivel nacional, también en lo subnacional.

Frente a esta situación que se viene viviendo en nuestro país, muchos dicen que la crisis que venimos atravesando, se debe convertir en una oportunidad para generar cambios;  pero esas reformas estructurales no se darán porque  no existe voluntad política por parte de la clase política que ha caducado y claudicado en sus principios y valores.

CAMBIANDO LA CULTURA POLÍTICA EN LOS ESPACIOS SUBNACIONALES

 Lo que percibimos es el  afianzamiento del continuismo, ya que los cambios se dan solamente de personas; porque la estructura funcional de la gestión pública sigue siendo lo mismo donde el poder dentro de esta se encuentra en las áreas de presupuesto y planificación; ya que, ellos son los que deciden el rumbo o derrotero de la inversión pública en los gobiernos locales.

Del mismo modo, podemos anotar la ausencia de una planificación, en la toma de decisiones donde todavía sigue predominando el caudillismo y autoritarismo de los lideres y/o candidatos al sillón municipal. Ya que, ellos son los que deciden convirtiendo a la institución pública local en su chacra sin tomar en cuenta el Programa de Inversión Multianual (PIM), modificándolo permanentemente; y donde todo lo que se haga tiene que ser con la autorización o consentimiento del burgomaestre de la localidad y/o el territorio.

Muchas veces escuchamos las propuestas de algunos candidatos que plantean cosas simples o sencillas, como otros que son irrealizables, con la finalidad de llamar la atención o generar sensacionalismo; ya que, lo inmediato desplaza a la racionalidad o a la planificación participativa, como son los instrumentos de gestión y de planificación que se debe contar dentro de una gestión municipal, y que en muchos de los casos son ignorados o convertidos en instrumentos formales que nunca son utilizados para implementar la gestión pública.

Esto se ve reflejado en la inversión de infraestructura, que en muchos  casos no tienen un impacto social, ni tampoco genera desarrollo local o territorial; por el contrario sirven para obtener ventajas económicas de las autoridades a través del famoso 10% que en muchos de los casos son expresiones de la corrupción que se dan en estos sectores subnacionales.

La inversión pública de los gobiernos locales, no se relaciona con las políticas públicas de inclusión social, de desarrollo social y humano; ni tampoco se articula a la  calidad de vida que deben tener los ciudadanos del territorio; del mismo modo, no se vinculan a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que las Naciones Unidas vienen promoviéndolo desde lo internacional a lo local. Esto se debe a la falta de preparación o formación técnico profesional de los candidatos a concejo municipal (alcaldes/a y/o regidores/as), como también del equipo técnico de los candidatos y partidos políticos que participan en esta contienda electoral.

Otro factor importante para entender la cultura política predominante en la gestión pública local, es la carencia de preparación de los candidatos tanto a la alcaldía como a los regidores, como también algunos miembros del partido ganador, que en muchos de los casos no tienen experiencia, conocimiento o formación en gestión municipal, por lo que se convierten en simple tramitadores de documentos.

Y eso se debe a que los partidos políticos han dejado de ser escuelas de formación política, ideológica, programática y de formación de cuadros técnicos; para pasar a convertirse en una especie de organismo de generación  de empleo. Que al ganar las elecciones, sus miembros asumen responsabilidades que en muchos de los casos tienen un desconocimiento de lo que es la gestión pública local.

Del mismo modo, un sector que apoya a los candidatos lo hacen por una relación parental, amistad, compadrazgo, y todas las redes sociales habidas y por haber para poder llegar al sillón municipal. De esa manera dar continuidad al modelo de cultura política predominante en nuestro país como es el Neoliberalismo, Autoritarismo y la Corrupción, tal como lo describe Gonzalo Portocarrero en su libro “La Cultura Política en el Perú”, y que esto se refleja a nivel nacional como local.

La lucha por el poder dentro del marco de la democracia representativa, se da con la finalidad de ganar y llegar a la municipalidad; con el propósito de tener el control de la institución y utilizarlo para beneficio personal y del grupo que apoyó en su campaña, sin importarle la visión y el desarrollo del territorio o de la localidad.

PARTICIPACIÓN CIUDADANA ACTIVA PARA GENERAR DESARROLLO LOCAL:

Frente a este modelo predominante, ¿qué se debe hacer para cambiar y generar una reforma estructural de la gestión pública local?, considero lo siguiente:

1.    Pasar de la democracia Representativa a una democracia participativa, que permita a los ciudadanos no tan solo ir a sufragar para elegir a nuestras autoridades ediles cada cinco años;  también debemos involucrarnos y participar en los espacios o mesas de concertación con la finalidad de aportar, hacer la vigilancia ciudadana y hacer cumplir a las autoridades electas  los acuerdos que se tomen dentro de estos espacios de diálogo y concertación.

2.    El territorio debe tener  una visión de futuro dentro de un enfoque prospectivo, con la finalidad de que la ciudadanía haga “Incidencia Política” a las autoridades, para que  manejen una hoja de ruta que oriente las inversiones y el accionar de las instituciones públicas hacia los objetivos estratégicos con que se debe contar. Ya que esto es producto de la planificación participativa en la elaboración del Plan de Desarrollo Concertado y del Presupuesto Participativo; así también deben orientarse  los procesos de inversión pública a nivel territorial, señalándose las más prioritarias que permitan mejorar las condiciones y calidad de vida de los ciudadanos de la localidad.

3.    Promover Políticas Públicas Locales, con la finalidad de reducir o desaparecer las brechas sociales en: educación, salud, igualdad de oportunidades, violencia de género, contaminación ambiental, generación de empleo y empoderamiento económico,  etc.; logrando su sostenibilidad en el mediano y largo plazo.

4.    Transparentar la gestión municipal, a través de la rendición de cuentas trimestral o semestralmente haciendo uso de los espacios presenciales y virtuales; donde se informe periódicamente las inversiones sus resultados e impactos sociales, económicos que se obtiene.

5.    Democratizar la gestión pública, incorporando no tan solo a los miembros e integrantes del partido ganador, también dar oportunidades a profesionales y técnicos del mismo lugar, que permitan fortalecer la meritocracia antes que el amiguismo o el clientelismo.

6.    Y otras propuestas que deben ser incluido tomando en cuenta la realidad social, política, económica, cultural y ambiental predominante en el territorio; para de esa manera generar un cambio estructural en la gestión pública local.

Existen dos caminos en que tenemos que decidir o bien permitimos el afianzamiento de esta cultura política que nos está hundiendo más; o comenzamos a generar y fortalecer la participación ciudadana para hacer la vigilancia y exigir reformas a las nuevas autoridades ediles. Es decir pasar de una etapa pasiva a una efectiva y participativa, para cambiar la gestión pública y generar nuestro desarrollo.

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