viernes, 28 de enero de 2022

LA VIOLENCIA DE GÉNERO: UNA MIRADA DESDE LA ANTROPOLOGIA

 Por: Percy J. Paredes Villarreal

En estos últimos días, los medios de comunicación informaban el asesinato de una madre con sus dos hijos (una mujer de 21 años y un niño de 5 años), por parte de su ex pareja que llegó al domicilio de su ex cónyuge y en forma violenta les  disparó quitándoles la vida,  y luego se suicidó.

Este nuevo feminicidio se incorpora a los más de 114[1] existentes en nuestro país durante el presente año (enero – octubre); siendo Lima  metropolitana  el mayor número de mujeres asesinadas por su conyugue (20); seguido esta la región de La Libertad con (07). Del mismo modo, durante el presente año la mayor cantidad de víctimas oscilan entre las edades de 30 a 59 años de edad (47), seguido están las mujeres comprendidas entre 18 a 29 años con 45.

Y si queremos ahondar más en la información, podemos decir que 56 mujeres asesinadas por su victimario eran madres que tenían entre 1 a 3 hijos  dejándolo en orfandad; y 67 de los victimarios han sido  sus parejas. Y si hacemos una comparación con los datos del año pasado (2020) cuya cantidad están igualados faltándole al presente dos meses, que podría superarlo, esperemos que no.

Del mismo modo, según datos proporcionados por esta entidad, encontramos que dentro de este periodo (enero – octubre) se han reportado 136,782 denuncias por violencia; de las cuales 63,922 corresponden al tipo de violencia psicológica; 53,851 son de tipo de violencia física; 18,475 está referido a la violencia sexual; y 534 son de violencia económica o patrimonial.

Asi como vemos los tipos de violencia, también existen diferentes modalidades de violencia  en el país; siendo la “trata de mujeres” una de las preocupantes; ya que, existe un reporte de 4,501 mujeres desaparecidas; de la cual 1,316 son adultas y 3,185 son niñas y adolescente[2]. .

La información cuantitativa que se recoge, demuestra que la “Violencia de Genero”, es un tema prioritario que debe ser atendido e incorporado en la agenda pública nacional y subnacional;  permitiendo ser visto como un problema general,  diseñando  políticas públicas, planes, programas, proyectos, vinculados a la prevención, atención y protección, logrando su erradicación en todos los espacios.

Estas acciones no tan solo debe ser responsabilidad de un determinado sector, también deben involucrarse a todos los actores dentro de  los espacios subnacionales, territoriales y gobiernos locales; ya que es un problema a ser atendido por las/los diferentes líderes/lideresas, autoridades locales y operadores/operadoras de justicia.

Desde que se creó la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer denominada “Belem do Para”, por la OEA en el año de 1994. Nuestro país suscribió esta convención, aprobando por Resolución Legislativa  N° 26583 de 22 de marzo de 1996. Fue ratificada el 4 de abril de 1996 y depositada el 4 de junio de 1996. Finalmente, entró en vigencia el 4 de julio de 1996. Posteriormente se aprobó la Ley N° 30364 “Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y los integrantes del grupo familiar”.

 

Por lo que,  no tan solo debe ser visto o entendido como un problema aislado, familiar, psicológico; por el contrario es un tema público que debe tener una mirada sociocultural, donde confluyen muchos elementos antropológicos. Además de ser abordado multisectorial e intercultural.

Somos un país con una diversidad cultural, donde los patrones culturales existentes en los diversos territorios, son producto de sus identidades locales y comunitarias que se construyen mediante  procesos endógenos y endogámicos, fortaleciendo  prácticas endoculturales dentro de la familia y en la comunidad.

Esto ha implicado, que muchas familias que emigran o se han desplazado a diversos lugares del país,  instalándose en territorios modernos con influencias de patrones culturales occidentales adecuándose a la globalización tecnológica.  Pero, muchos de estos grupos humanos siguen  aferrándose a  una serie de costumbres y tradiciones ancestrales; manteniéndose la división sexual  reflejándose  en  tareas y responsabilidades domésticas, laborales y económicas, asignadas al varón y a la mujer; generando “brechas de género” dentro del hogar.

Estas “desigualdades de género” no tan solo se pueden notar en el hogar, también podemos verlo en los espacios sociales, políticos, laborales, económicos, en la sociedad; donde se busca subordinar a la mujer, impidiendo su empoderamiento,  menoscabando su crecimiento profesional. Muchas de estas mujeres siguen recibiendo acosos: sexuales, políticos, laborales, etc.; algunas de ellas lo denuncian, sin contar con resultados favorables.

Esto demuestra la reticencia de muchos varones que asumen responsabilidades, cargos o tienen poder a aceptar, reconocer y practicar la igualdad de género; ya que, debido a la formación cultural e ideológica de carácter machista que reciben desde sus niñez dentro del hogar; practicándolo mediante su proceso de formación, socialización y las relaciones sociales entre las personas y familias, refleja el predominio de comportamientos autoritarios,  acciones verticalistas y sexistas.

Existen pensadores, intelectuales y políticos/as liberales, que en muchos de los casos hablan de libertades y derechos de las personas; que se oponen a una  serie de medidas y derechos, en favor de la mujer. Además obstaculizan y cuestionan el avance de los derechos y libertades en favor de las mujeres; porque consideran que deben seguir siendo dependientes y subordinadas de la pareja, que se convierte en un maltratador.

Este análisis nos debe ahondar en profundizar estudios referido al tema de género, tomando en cuenta el diagnostico sociocultural y la aplicación de una antropología aplicada, con la finalidad de generar cambios en el hogar, en la comunidad y en la sociedad. Permitiendo la igualdad de género, y las mismas oportunidades.

 Es importante implementar el “Enfoque de género” y la “Transversalización de Género”, en los diversos espacios y escenarios; ya que, nos debe permitir instalar una sociedad igualitaria. De esa manera, vamos a erradicar la violencia contra la mujer y los integrantes del grupo familiar; convirtiendo al Perú, en un “País libre de violencia”.

 

 

 

 

 

 

 



[1] Fuente: Registro de casos con características de feminicidios atendidos por los servicios del Programa Nacional AURORA/SGEC/AURORA/MIMP.

[2] Fuente: Reporte Igualdad y No violencia N° 09 – Octubre 2021, Defensoría del Pueblo.

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